El despertar

Autora: Ángela Macías Aranda
Curso: 2º ESO
IES Félix Rodríguez de la Fuente, Sevilla

Todavía no le encuentro sentido a lo que paso ayer. No tiene ni la más remota lógica, lo vi con mis propios ojos y no estoy loca. Como todas las noches, después de cenar, me dirigí hacia mi cuarto a leer un poco, cerré la puerta y me acomodé en mi cama a continuar leyendo La casa de los espíritus de Isabel Allende. Llevaba ya mucho tiempo queriendo terminarlo que hacia algo de tiempo que debido a algunas circunstancias no había podido. Cuando continué por donde me quedé la última vez que lo leí, las palabras tatuadas en aquella hoja de papel tan frágil e inocente, aunque algo antigua al mismo tiempo, empezaron a bailar una canción pegadiza y a salirse del papel. Estaba paralizada, no sabía qué hacer si salir corriendo o esperar a ver lo que sucedía, quién sabe si se podría tratar de algo sobrenatural.

Todas las letras se mudaron y cambiaron de posición diciéndome: hola Angela. Me pellizque el brazo, tal vez estuviese soñando. Había una remota posibilidad. Pero no podía ser cierto, lo estaba viendo y me estaba hablando a mí y otra cosa, ¿cómo sabía mi nombre? Se lo pregunté y la respuesta se formó otra vez haciendo esa gloriosa canción que se te colaba por los oídos formando una espiral en tu cabeza. Nunca antes había oído algo parecido, era más parecida a una melodía, sacada de un cuento de hadas, era una música creada solo para mí, era mágica. Las palabras dejaron de moverse y se tatuaron otra vez sobre la piel del papel. Aquello empezaba a resultarme algo escalofriante, cuando en ese justo momento vi a uno de mis personajes favoritos de la casa de los espíritus frente a mí. No me lo podía creer, era Blanca, justo como me la imaginaba: una chica de pálida tez, con largo y rubio peloun tanto rebelde, llevando puesto su largo vestido de época, con esa sonrisa y personalidad tan risueña y valiente como en el libro. Tan viva como habitaba en mi cabeza, parecía creada por mi máquina de la imaginación, era tan real que casi podía tocarla. Ella tan risueña me echó en cara que todavía no me había terminado su historia y no iba a saber nunca como terminaría, como el gusanillo iba a acabar por comerse la manzana. Se lo expliqué todo, toda la verdad salió de mi boca, una ola de sinceridad me invadió y no pude evitar aquella sacudida. Todavía seguía pensando en aquel libro que me leí ya hace tanto tiempo que mi cerebro ha expulsado esos innecesarios números y ha guardado como oro en paño aquel mensaje, aquel libro, aquella protagonista en su carpeta de archivos de suma importancia, como la misión 007. Blanca algo molesta y enfurecida no podía entender cómo aquel  insignificante libro llamado Bajo la misma estrella pudo allanar el inhóspito lugar de mis pensamientos y ser el sol que los alumbraba. Blanca no se quedó satisfecha y me exigió razones de por qué era mi libro favorito, tal vez cambiase de opinión y estaría dispuesta a leerlo para escapar del injusto y machista mundo donde vivía. Asífue, que le di varias razones y teorías por las que no podía olvidarlo, estaba conectado a mí.

Su protagonista una chica con cáncer, algo nada agradable, conoce a un chico que se encuentra en su misma situación. Todas las personas que habitamos el planeta estamos conectados por un hilo rojo tan fino y débil a la vez que con tan solo un leve movimiento  se puede quebrar y llegar a romperse. Tal vez ese hilo esté conectado a tu media naranja, al halo de luz que te da vida cada día o, tal vez, al otro lado te esté esperando la más triste de las verdades: la muerte. Blanca sin embargo, pensaba que eran solo estúpidas ideas sin sentido que pasaban volando por mi cabeza, eso no hizo que me rindiera sino todo lo contrario seguí intentándolo. Pero, ¿y si el amor siguiese existiendo entre dos personas después de la muerte? Nadie ha hallado respuesta para esta pregunta todavía y quién sabe si alguien algún día lo hará, tal vez seamos solo una mota más de arena en el desierto o seamos otra colección de estrellas para el firmamento. Había tantas cosas que el libro te regalaba para pensar, que no sabías ni por dónde empezar- le expliqué a esta.

Poco a poco Blanca iba cambiando de opinión e iba teniendo algo de empatía. Iba por buen camino y no podía desaprovechar mi oportunidad.

—Bueno, pero aún así mi libro sigue siendo mejor. El mío trata sobre la vida y hay personas con diferentes personalidades y dones. ¿No lo crees Angela?— me rebatió Blanca.

—Claro que lo creo, es más el libro donde apareces me ha enganchado desde el principio, pero claro que Bajo la misma estrella trata sobre la vida. Te enseña que la vida es un camino de rosas y espinas. En él te han enseñado seguir las baldosas amarillas para que puedas llegar a tu vida soñada, pero te encontrarás con baldosas de color verde, llena de pequeñas pero pesadas piedras que te llevaran a contracorriente. No por eso debes dejar que te derroten, que te conviertas en una granada y destruyas a los que más te quieren; a tus amigos y familiares. No eres una granada, formas parte de una enorme porción del universo, en la que con un poco de suerte serás una persona que tenga un corazón tan cálido capaz de dar calor a millones de personas. Y créeme Blanca, que te hará llorar, reír o gritar de rabia por dentro. Tal vez no haya sido tan leído como el tuyo, pero esas extrañas emociones que te transmite, no las vas a hallar en muchos. Y por eso, Bajo la misma estrella es uno de mis libros favoritos.

De repente se fue la luz y entré en un momento de pánico. No quería que Blanca desapareciese, no sin antes haberme despedido de ella y preguntarle acerca del libro al que le da alas para posarse en las manos de las personas y vagar por sus mentes. Cerré los ojos y con todas mis fuerzas deseé que volviese otra vez a mi cueva de la lectura, a mi sitio favorito. Volví a abrir los ojos, exhausta y deseosa por volver a verla, cuando me di cuenta de lo que de verdad estaba viendo. Estaba viendo los remotos paisajes que mi cabeza había creado, habitados por mis propios personajes e historias.  Me encontraba dentro del ojo de mi alma. No estaba loca, era todo real y es que, estaba pisando las huellas de mi propio destino. Yo era la que barajaba las cartas. Pero, ¿y si tal vez el destino me aguardase para ser escritora?

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