¡Buenos días, princesa!

Autora: Alicia Acosta Cano
Curso: 2º ESO – A
IES Juan Rubio Ortiz, Macael (Almería)

Otro día más empezaba. La ciudad de Madrid tan bonita como siempre, amanece y por mi ventana lo veo todo resurgir, como si volviera todo a nacer, aunque solo es un nuevo día. Vuelvo a mirarme al espejo, como todos los días al levantarme, había engordado unos kilos este verano, aunque yo me sentía bien conmigo misma. Este verano he echado bastante de menos a Raúl y, Elísabeth, a María, a Esther y a Bruno también, pero a Raúl y a Eli en especial.

Elisabeth es mi mejor amiga desde que llegué a Madrid, es una chica alta, rubia, esbelta, de pelo largo y lacio, con unos ojos que para ser tan comunes eran alucinantes, ella no tenía muy buena reputación en el instituto, pero era muy respetada entre todos. También estaba Raúl, era uno de los chicos más populares del instituto, era moreno, alto, guapo, cariñoso, atlético y tan tímido, era algo así como una mezcla de todo lo que me gustaba. María era la más tímida del grupo, era pelirroja, detrás de sus gafas escondía unos ojos preciosos, siempre estaba leyendo y detrás de su ropa ancha escondía un bonito cuerpo esbelto.

Esther era la más atlética, jugaba al volleyball, era su gran pasión desde pequeña, era morena y tenía unos ojos pequeños, ella era muy orgullosa y extrovertida. Por último estaba Bruno, era un chaval bajito, era lo que se dice un poco friki… Pero era un gran chico, las matemáticas se le daban genial, era muy listo y un encanto. Entre nosotros cinco éramos El club de los incomprendidos.

Hace ya más de un año que formamos el club, y a medida que pasaba el tiempo íbamos a peor… Entre Eli y yo hubo un pequeño distanciamiento; me enteré de que a ella también le gustaba Raúl, ella no sabía que a mí me gustaba pero yo me sentía mal, ya que no sabría con quien saldría Raúl. También empezamos a distanciarnos cuando nos enteramos de que María se iría a Barcelona con su padre y cometió una pequeña locura; besar a Esther en su fiesta de despedida, porque sorprendentemente nos enteramos de que María era lesbiana. El distanciamiento seguía aumentando cuando Bruno le confesó a Esther que la quería, y ella le rechazó confesándole que estaba enamorada de su profesor de volley ball. Con su profesor casi comete una locura que también confesó a Bruno, ella al rechazar a su profesor la expulsó del equipo, a ella le sentó fatal ya que estaba enamorada de él y el volley ball era su pasión.

Raúl y yo, acabamos saliendo, cuando él me confesó que estaba enamorado de mí, el problema era ¿cómo decírselo a Elísabeth? Lo que siento por Raúl es tan fuerte, pero Eli también es mi mejor amiga, ¿cómo hacer esto?, son amores diferentes, pero los dos son muy fuertes. Con el paso del tiempo, la primera en enterarse fue María, después Esther y Bruno, y por último Eli, intentó suicidarse de nuevo, pero conseguimos salvarla, sus padres se la llevaron a un psiquiátrico y nos separamos más de lo que podría llegar a pensar. Pero Raúl y yo seguimos juntos y enamorados durante mucho tiempo más.

 

Crónicas de la Torre 2: La maldición del maestro

Autor: Alonso Rojas Navarro
Curso: 2º ESO – C
IES Juan Rubio Ortiz, Macael (Almería)

Después de que la actual Señora de la Torre, Dana, matara al anterior (que pretendía hacerse con el poder del cuerno del único unicornio del Valle de los Lobos, para ser el rey del mundo) a la vez que se convirtió en archimaga, yo llegué a la Torre, después de ser condenado a la muerte por brujería. Mi salvador fue Fenris, un elfo mágico, amigo de Dana, que ya controlaba los cuatro elementos (tierra, agua, viento y fuego) y Jonás, un alumno de la Torre.

Mi primer día fue muy especial. En él Fenris me enseñó todas las partes de la Torre, como la biblioteca que estaba llena de libros antiguos para realizar numerosos hechizos. También me dio la capa de iniciación y el libro de la Tierra, el primer libro.

Al año de mi llegada, a punto de terminar el libro de la Tierra, nos llamaron a todos los alumnos, para informarnos de la llegada de Nawin, la princesa del Reino de los Elfos, acompañada de Shi-Mae, una archimaga.

Interesado por lo que sucedía, decidí investigar, cuando, de repente escuché a Dana hablando con Fenris sobre la maldición que había en esta torre. Les oí decir algo sobre que el antiguo maestro antes de morir, echó una maldición sobre la Torre, en la que los lobos deberían matar a todos los de la Torre. Al abrir la puerta, Fenris, me vio y me echó unos polvos y de repente me dormí.

Al día siguiente me desperté aturdido. Al oír a todos gritando y corriendo, me levanté y me vestí en un momento. ¡Había desaparecido Dana! Sabiendo esto, Shi- Mae aprovechó para convertirse en la Señora de la Torre.

Todos los alumnos nos reunimos en la cocina para hablar de este tema, cuando un cuchillo se empezó a mover por toda la habitación. Todos notamos una fuerza sobrenatural. Yo subí a registrar la habitación de Dana y encontré un collar mágico. Con él pude ver a Kai, el amigo del submundo de Dana, que había movido el cuchillo.

Kai descubrió que el maestro había encerrado a Dana en el Laberinto de las Almas, un lugar inhóspito y en el que al llevar mucho tiempo te vuelves loco. Yo, junto a Conrado invocamos un portal para entrar en el laberinto. Todos los alumnos entramos junto a Shi-Mae.

Al final encontramos a Dana pero al intentar salir nos encontramos con el maestro en forma de dragón gigante. Él nos lanzó un rayo de fuego, pero Fenris con la ayuda de Dana hicieron una barrera gigante. De repente yo me sentí lleno de energía y lancé sobre el maestro tal poder de fuego que le atravesé el corazón y lo envié al reino de los muertos.

Finalmente la paz reinó  en la Torre.

Lo que más me ha gustado de este libro es la abundante magia que interviene y que el bien siempre vence al mal.

FIN

 

Las Crónicas de la Torre

Autora: Andrea Navarrete Tijeras
Curso: 2º ESO – B
IES Juan Rubio Ortiz, Macael (Almería)

Y entonces me desperté. Todo… ¿había sido un sueño? No me lo podía creer. Todo lo que había visto, sentido y olido… ¿era producto de mi imaginación? Será mejor que empiece por el principio ¿no? Bueno… hola, soy Alexis, vivo en un pueblo perdido llamado Leima, llevo dieciséis años en este mundo, no tengo muchos amigos, si soy sincera, sólo tengo uno y su nombre es Allen, soy rara, me encanta leer y lo más “normal” de todo… veo muertos. Y estaréis pensando: “A esta chica se le ha ido la cabeza”. Pues bien, podría ser verdad pero… ¿y si no lo es? Como ya he dicho antes, voy a empezar por el principio.

  • ¡Lo encontré! ¡Lo encontré! Mira Allen, es el libro que vi en mis sueños.
  • Imposible…- murmuró él, y seguro que ahora dirá: “Esto tendrá una conclusión lógica”.
  • Esto tendrá una conclusión lógica Alexis.- ¿Lo habéis visto? Di en el clavo.
  • Ajá, muy interesante tu teoría, pero me gusta más la mía así que… ¿cuándo hacemos las maletas?

A ver, vamos por pasos, ese libro era muy importante… últimamente no dejaba de tener unos sueños súper raros en los que salían un tal Kai, Dana, Fenris y Aonia. He estado investigando y parece que son personajes de un libro titulado Las Crónicas de la Torre… Así que… ¡Qué comience la aventura!

Los siguientes tres días los pasamos preparando la maleta, y sí, lo convencí con tan solo poner una mirada de cachorrito y aquí estamos ahora, con las maletas hechas y listos para lo inesperado.

  • Veo que ya hemos conseguido interesarte.- me dice una voz femenina.
  • Los cuatro estáis muertos… ¿verdad?
  • Querida… no todo se puede explicar en esta vida, tú eres la elegida, en tu viaje te ayudarán los demás, suerte y ánimo.- y acto seguido se fue.
  • Alexis, ¿estás hablando sola?
  • No Allen, estoy hablando o más bien estaba hablando con una muerta ¿te importa?
  • No… ¿por dónde empezamos?
  • Por el valle de los lobos.

Nuestro camino se alargó unos días, pero eso no era lo que me preocupaba, lo que no dejaba de atormentarme eran los labios de Allen, tan carnosos, dulces, tentadores… ¿cómo sabrán? Pufff, otra vez ese deseo… pero bueno, además, Dana, Kai y Fenris no dejaban de darme clases sobre lo que es una kin-shannay y sobre que la leyenda continúa. Durante el viaje no dejaba de pensar en Allen, ¿sentirá él lo mismo? Los dos decidimos parar a dormir, nos acostamos juntos y bueno… se me acelera el pulso.

  • Alexis, si hago una cosa ¿te enfadarás?
  • No creo que hagas algo que me pueda enfurecer.- y acto seguido me cogió la cara entre sus manos y me besa con cariño y dulzura.- Llevo queriendo hacer esto desde la primera vez que te vi.
  • P-pero yo me creía que era la única que lo sentía y…- entonces me volvió a besar.
  • ¿Te creías que eras la única capaz de ver a tus amiguitos?-acto seguido los vi a los cuatro sonriendo y mirándonos con orgullo.
  • Os dijimos a los dos que erais los elegidos ¿cierto?- nos dicen a los dos.- Vosotros sois los Dana y Kai de este siglo, nuestra misión era que os dierais cuenta, nuestro trabajo ya ha terminado, sed felices, hasta pronto.- entonces me desperté sola, en mitad del bosque… y ahora estoy aquí, contándoos lo que ha pasado. ¿Habrá sido un sueño?
  • Buenos días mi hechicera.
  • Allen… te quiero.
  • Y yo a ti tonta. Venga vamos, es hora de cumplir con nuestro deber, La Torre nos espera.
  • ¿No ha sido un sueño?
  • Esperemos que no, quiero que estés siempre conmigo.
  • ¿Juntos?
  • Juntos siempre.

 

Antares

Autora: Carmen Pastor Cruz
Curso: 2º ESO
IES Juan Rubio Ortiz, Macael (Almería)

No puede ser”- pensé – “¡Otra vez se me ha hecho tarde!”. De nuevo me retrasé al ir a aquel club de lectura. Mi madre me había apuntado para que la fomentara, pero aun así, cogía un libro y me ponía a leer. Entré en el aula en la que se estaba haciendo la reunión. Comentaban el último libro leído (yo no me lo había conseguido terminar), por lo que estaba un poco perdida. Al finalizarla tocaba escoger el nuevo libro.

Esta vez no me importaba cuál fuera. De repente entró un niño de un curso más avanzado que yo diciendo: – ¡QUÉ CHULO ESTÁ ESTE LIBRO! Se cruzaron unas miradas y… ya teníamos nuevo libro. Lo pedí en la papelería, pero no venía. Pasaron cinco días, una semana… pero no estaba, hasta que un día mi madre me lo trajo. Empecé desilusionada pensando que ese libro no me gustaría hasta que leí la primera frase, ¡el personaje era como yo!

Rápidamente conecté con el libro, una niña un poco desordenada, que iba al trabajo de su padre a verle… No podía parar de leerlo, era como agua para mí. Extrañamente me lo terminé y en menos de dos días. Desde entonces supe que ese era mi libro preferido. Por cierto no he dicho como se titula se llama: Antares.

 

Los juegos del hambre

Autora: María Ramírez Alonso
Curso: 2º ESO – C
IES Juan Rubio Ortiz, Macael (Almería)

Su corazón latía sin cesar al ritmo de la sangre. El mío le hacía un sonoro eco. Sus miembros se contrajeron, al mismo tiempo que pestañeaba para comprender lo que acababa de suceder. Mi cara se tornó de emoción y a la vez, tristeza, al comprender que el arma la había golpeado. El chico inclinó la cabeza, para que Katniss le pudiera mostrar su rostro, a la misma vez que desenvainaba su arco y cogía una flecha, cuyo destino acababa en su corazón. Silencio.

Entonces corrió a socorrer a Rue. Pero cuando llegó, vio cómo una mancha de sangre brotaba de su camiseta. Entonces se fijó en el brillo de sus ojos, en el color de sus labios, y en la expresión de dolor que había surgido en su bello rostro. Rue… Rue se marchaba. Sus ojos se iban cerrando mientras le susurraba a Katniss que, lo único que deseaba era que le cantase. Tierna por la última petición de la pobre niña, comenzó a cantar su canción favorita, al tiempo que en la cara de Rue se tornaba una última sonrisa. Lágrima.

Katniss se incorporó al ver que su leal amiga ya descansaba en un lugar mejor, y sin poder evitarlo, se derrumbó. Sí, se derrumbó como nunca lo hizo, lloró y abrazó a Rue, porque aquella niña había demostrado que existía algo más importante que los Juegos, sí, esos Juegos que cada año mataban a 23 niños, 23 muertes, 23 familias rotas.

Decidió que debía marcharse, dejar que la competición continuase, pero, algo en su cabeza se rompió. Rue habría hecho lo mismo por ella, y no quería dejar las cosas así. Se levantó, cogió su arco y sus flechas y caminó, sin rumbo hasta que encontró aquellas hermosas flores. Su color, su aroma… Le recordaban tanto a ella.

Volvió a su lado, y colocó flores alrededor, en cada rincón. Aquel trono estaba precioso, justo como ella hubiese deseado. Katnis antes de marcharse, volvió a cantar aquella canción con la que la despidió, beso su mejilla, aún caliente, y alzó los dedos de la victoria, esta vez cerrados. Era el símbolo de la revolución, el símbolo del No a los Juegos.

Katniss giró la vista por última vez, antes de perderse en el horizonte del atardecer, para ver como Rue descansaba, ya tranquila y honrada, en su lecho de flores. La niña que más había luchado, ahora había emprendido otro viaje. No podía recordarla…

Entonces, cerré el libro. Me di cuenta de que por donde más lágrimas se deslizaban ahora, era por mi propia mejilla. Siempre me pasaba igual, al final sufría más yo que los protagonistas.

Katniss anduvo por el bosque hasta que vio un árbol a su gusto, y decidió pasar la noche allí. Una vez pasadas las 00:00, se proyectó en el cielo el número de muertos ese día. Distrito 3, 6, 10, y… Rue el 11. Pero, está vez, proyectaron algo más. Un hombre apareció proyectado esta vez. Era el organizador de los Juegos ese año, que informaba a todos los participantes de un cambio en las reglas. Decía algo sobre la victoria, el número de ganadores… Dos ganadores del mismo distrito…

Entonces Katniss recordó que no sabía nada de su compañero de distrito, Peeta. Esperó hasta el amanecer, y entonces cogió todos sus enseres y se marchó en su busca, siguiéndole el rastro. Algo me olía raro. El organizador de los juegos cambiaba las normas este año, por algún motivo oculto, así que proseguí leyendo, pero esta vez acabé dormida. Esta es mi parte preferida de mi libro favorito, Los juegos del hambre.

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