Cuentos para pensar

Autora: Alba Galera Suárez
Curso: 2º ESO- A
IES Alixar, Castilleja de la Cuesta (Sevilla)

Cuando era más pequeña, no me gustaba nada leer, pero el pesado de mi padre se empeñó en que tenía que leer porque decía, entre otras cosas, que, de esa forma, enriquecería mi vocabulario. Así que empecé a leer cuentos por si me conseguía enganchar en el mundo de los libros. Incluso me apunté a un club de lectores en una biblioteca de mi pueblo y así, aparte de leer libros y adentrarme en lo que sería la lectura, podría conocer gente nueva e ir comentando lo que nos gustaba o no de cada uno. Estuve casi un año y medio en el club, hice bastantes amigos y organizamos muchas actividades. El caso es que, a pesar de mis buenas disposiciones, seguía sin interesarme por la lectura. Empezaba a leerme un libro y no llegaba ni a la décima página porque se me hacía muy pesado. La verdad es que es muy difícil que me atrape un libro a las pocas páginas de empezarlo, y menos en esa época.

Pasaban los días y los días y empecé a engancharme con la Wii o la NDS nada más terminar los ejercicios que mandaban para casa del colegio, hasta que me hice una adicta al juego. Era terminar las tareas y me ponía a jugar desde esa hora hasta la de la cena. Entonces, un día mi padre se hartó, cogió un libro y me lo puso por delante y me dijo que tenía que empezar a leer de nuevo y dejar la consola. La verdad es que me pasaba todo el santo día jugando y jugando, como digo, y eso no estaba bien porque no le dedicaba el tiempo suficiente a los estudios, que debían ser lo primero, según mi padre.

En ese mes me terminé el libro que me dio mi padre y me apunté de 17.00 a 17.45 h a unas clases de ajedrez y de 17.45 a 18.45 a patines y así desconectaba un poco de mi adicción a la consola y aparte podía pasar un buen rato con mis amigos, ya que entretenerme con la lectura no daba resultado. Al dejar de lado la consola, le dedicaba más tiempo a los estudios y empecé a subir en las notas. En el colegio, por las mañanas, la profesora nos daba un libro a cada uno y empezábamos a leer en voz alta hasta terminar aquella hora. Cuando no nos daba libros, nos poníamos a leer algún periódico en papel o, si no había ninguno en la consejería, nos lo ponía en la pizarra digital y, a veces, nos decía que redactáramos algún cuento de pocas páginas como tarea pero, al fin y al cabo, seguía siendo un cuento. Todo eso estaba bien y, desde luego, era un paso.

Al año siguiente, dejé las clases de ajedrez y de patines, ya que habían quitado esas dos actividades en el colegio. Por este motivo, mi padre empezó a sacarme de nuevo el tema de volver a intentar meterme en la lectura. Entonces, como bien había dicho mi padre, empecé otra vez con la lectura, pero yo sabía que esta vez tampoco daría resultados aunque lo intenté. Cuando terminaba un libro, mi padre me preguntaba sobre qué trataba y yo, obviamente, debía responderle. La mayoría de las veces, por no decir todas las veces que me preguntaba mi padre, no me acordaba ni siquiera del nombre del protagonista, y, claro, cómo no me voy a acordar, ni me voy a interesar por ningún libro, si es que no prestaba atención a lo que leía. Así que empecé a leer unos cuantos capítulos en voz alta todas las tardes, con mi padre escuchándome al lado. Me costaba mucho leer porque empezaba a tartamudear, aparte de que yo no estaba acostumbrada a leer tantas páginas, y menos en voz alta.

Un día mi padre me dio un libro titulado Cuentos para pensar, que es el motivo principal de esta redacción, y me dijo: “este libro es uno de los que más me gustan, espero que te ayude a adentrarte en la lectura y que empieces a leer más por tu cuenta”.  Me dejé llevar por su consejo y empecé a leerme el libro. Desde la primera historia, me entusiasmé y sorprendí de lo que me gustaba ese libro y lo interesantes que eran las historias que narraba el autor. Este libro me lo he leído tres veces y me lo estoy empezando a leer por cuarta vez, ya que la verdad es que me gusta bastante. Antes no entendía algunas de sus historias, pero ya me lo estoy empezando a leer otra vez y ahora sí que entiendo la mayoría, y la verdad es que tienen mucha razón. Este libro es mi favorito no solo por lo bien redactado que está, sino porque fue el primer libro que me ayudó a adentrarme a la lectura.

 

Los juegos del hambre I

Autora: Irene García Gutiérrez
Curso: 2º ESO-A
IES Alixar, Castilleja de la Cuesta (Sevilla)

Mi libro preferido es Los juegos del hambre, de Suzanne Collins. Aunque me gustó mucho toda la trilogía, el libro que más me impactó fue el primero. Al principio no tenía el menor interés en el libro. Sin embargo, después de que me lo recomendara mi madre, comencé a leerlo.

Yo iba creando en mi mente un mundo, imaginando cómo serían los personajes. Solía leer por las noches antes de dormir, aunque cada vez leía hasta más tarde y a la mañana siguiente tenía mucho sueño, pero no me arrepentía de ello. No podía parar de leer hasta acabar cada capítulo y, cuando ya no podía más, colocaba el libro en mi mesita de noche, siempre cerca de mí.

Si me pongo a pensar, lo que más me sorprende es la increíble y fascinante imaginación de su autora. He escrito algunos relatos cortos, en el colegio y en el instituto, pero nunca se me habría ocurrido un libro como tal, un poco enrevesado pero fantástico a la vez. Y lo que opino que es más difícil es cómo consigue continuar la historia con dos volúmenes más.

Cuando me enteré de que habían hecho la película, me emocioné mucho, pero cuando la vi, me llevé una gran sorpresa, todo lo que durante semanas había imaginado era completamente distinto y como dicen: “es mejor el libro que la película”, porque cuando lo lees vas inventando tu propio mundo y no quieres que cambie.

Soy gran fan de Katniss Everdeen (la protagonista), por su valentía y su carácter en este maravilloso relato. En la novela, me encanta el momento en el que Katniss sale voluntaria para sustituir a su hermana Primrose en los juegos del hambre. Pero también me parece un poco cruel con Peeta Mellark, porque él la quiere e intenta ayudarla y ella no se deja.

No se me ocurre qué más decir, qué más argumentos dar para explicar porqué este es mi libro favorito. Puede que para algunas personas no sea nada especial, pero llega un momento en el que te enamoras de un libro que lees una y otra vez y que no puedes dejar de lado.

Ese libro que siempre permanecerá en tu estantería de libros, el que llevarás a todos tus viajes y el que puede que algún día enseñes a tus hijos y digas: “Este sigue siendo mi libro preferido” es, para mí, el que ahora refiero. Ha atrapado un trozo de mi corazón, donde quedará por siempre en mi memoria. Por muchísimos libros más que lea, seguirá siendo el que más me guste y el que pondré siempre de ejemplo cuando te pregunten por algún libro favorito.

Yo creo que hay muchos adictos a este libro y a su autora. Aunque no es un libro clásico de esos que nos obligan a leer en el instituto, es un gran libro, de esos que enganchan e incitan a la lectura. ¡Qué más se le puede pedir!

 

Lazarillo de Tormes

Autor: Jesús de la Cuadra García
Curso: 2º ESO-A
IES Alixar, Castilleja de la Cuesta (Sevilla)

Escribir sobre el libro que más me ha gustado es como si me preguntaran a quién quiero más, si a mi padre o a mi Smartphone. Hay tantos libros que me han gustado que, tener que elegir, se me hace muy, pero que muy complicado. Entresaco ahora uno, al azar, que me ha gustado muchísimo, el Lazarillo de Tormes. Este genial libro lo conocí gracias a mi profesor de Lengua de 1º de la ESO, don Carmelo, que me aconsejó iniciarme en la lectura de libros clásicos de Literatura. Cuando comencé a leerlo, me impresionaron dos cosas: que un chico de tan poca edad tuviera que pasar por aquellas condiciones tan tristes y que, hace unos pocos siglos, la vida de las personas tuviera tan poco valor. Aquella versión infantil, que fue la primera que leí, me gustó tanto que, en cuanto tuve un poco de tiempo libre, rebusqué por la biblioteca de casa hasta dar con el auténtico Lazarillo de Tormes, sin cortes ni adaptaciones, ¡puf!: el castellano de la época, para un niño de 12 años, le parecía a mi padre bastante atrevido para que me pusiera a leerlo, pero yo ignoré sus recomendaciones y lo puse en mi mesita de noche, junto al diccionario, y, hala, me sumergí de nuevo en su lectura.

Las aventuras que le ocurren a Lázaro, el protagonista, y cómo se busca la vida siendo un niño, me parecieron y me sigue pareciendo un asunto fascinante. La novela describe un mundo de pobreza y miseria donde la niñez no tiene valor ninguno, pero todo con tono simpático y cierto grado de humor. Algunos capítulos son muy divertidos aunque estén relatando cosas tan serias como que algunos personajes se mueren de hambre.

El personaje principal tenía, además, muy mala suerte. Su padre había sido ladrón, del que quedó huérfano muy joven, siendo abandonado por su madre en manos de un ciego que se dedicaba a mendigar. Su amo era muy avaricioso y lo mataba de hambre, así que Lázaro se las tiene que ingeniar para sobrevivir. Aprende muchos trucos para engañarle y salir adelante.

El episodio que mejor recuerdo me trae y que más me gustó del libro tanto por ser muy divertido como por la intriga que crea, es aquel en el que Lázaro intenta robar a uno de sus amos, el clérigo, que lo mataba también de hambre. El amo tenía un arcón donde guardaba el pan, que era casi su única comida diaria. Lázaro por las noches se dedicaba a comérselo a escondidas y le hacía creer a su señor que eran los ratones. El cura puso trampas para cazarlos, pero no caía ninguno, así que empezó a sospechar del chaval. Hasta que una noche lo descubrió, le pegó una gran paliza y lo expulsó de su casa.

A otro amo lo engañaba con el vino. A la jarra donde lo guardaba su señor, le hizo un agujero y lo tapó con cera. Cuando quería beber, lo acercaba al fuego disimuladamente y aprovechaba para bebérselo.

En todo momento vemos cómo, a pesar de su juventud, Lázaro tiene que esquivar las dificultades de la vida con su ingenio y astucia, y lo mal que lo pasa en muchas ocasiones. Después de toda una vida de sufrimientos, la narración acaba bien: se casa con una criada y consigue terminar viviendo cómodamente.

¿Qué más puedo decir? Pues que el libro se disfruta. Hay veces en que las descripciones están tan bien hechas que te entra hambre como al personaje, sufres y te pones nervioso con sólo imaginarte lo mal que lo está pasando. Aquí, mi familia piensa que estoy un poco loco, al oírme reír y hablar solo, con las cosas tan simpáticas que transmite.

¡Lástima no tener referencias del autor de este relato tan… real, como la vida misma!

 

Viaje en el tiempo

Autor: José de la Rosa Rodríguez
Curso: 2º ESO-A
IES Alixar, Castilleja de la Cuesta (Sevilla)

Era viernes. Tendría unos 10 años cuando regresé del colegio y me puse a leer un libro que mi madre me había comprado. Quería terminarlo lo antes posible para poder irme a jugar, ya que, por aquella época, todos los libros que me leía me resultaban aburridísimos.

−¡Mamá, ya he terminado otro libro y ha vuelto a ser un rollo!

Mi madre, pausadamente, me comentó;

−Hijo, yo también pasé por tu edad y sé lo que estás pensando, que no quieres leer más. Es normal que con tu edad aún no comprendas que leer es una cosa imprescindible para tu futuro, así que, por favor, nunca dejes de leer.

−Pero…

−Mira, ¿por qué no vamos ahora a comprarlo y eliges el que tú quieras?

−Vale, ¡el que yo quiera!

−De acuerdo.

Dentro de la librería, no sabía cuál escoger. Había cientos de libros pero me llamó la atención el título de uno, Viaje en el Tiempo. Lo abrí y leí dos páginas. La verdad, parecía interesante. Le pedí a mi madre que me comprase ese concreto.

Cuando llegué a casa me fui a mi cuarto y me puse inmediatamente a leerlo. Fue a partir de este momento cuando descubrí lo que era disfrutar un libro. Cada página que leía me resultaba más interesante, no sé si era el día, la hora, el momento exacto, pero de lo que sí era consciente era que ese libro me estaba encantando.

Resultaba un libro que tenía de todo: acción, aventura, humor y, en algunas ocasiones, intriga. Una característica muy destacable era que tenía una amplia gama de contenidos adicionales que estaban aparte aunque se desarrollaban junto a la historia principal, algo que hacía el libro muy simpático, porque se podía tener la opción a hacer cosas que el personaje principal del libro lo había visto o probado y que tú te habías quedado con ganas de saber cómo se siente al probarlo tú mismo.

Pasaban las horas y seguía leyendo como si no hubiera un mañana hasta que de repente…:

−¡Hijo, a merendar!

Reconocí la voz de mi madre al instante. En ese momento marqué la página en la que me había quedado. Cuando fui a merendar, mi madre me preguntó.

−¿Qué has estado haciendo en tu cuarto tanto tiempo?

−¡Leer!− Le contesté con ganas de terminarme pronto la merienda.

−¡No puedo creerme que hayas estado tres horas seguidas leyendo un libro!

−¿Tres horas?

−Sí, te subiste a tu cuarto a las 4 de la tarde y son la 7.

−A mí se me ha pasado el tiempo volando, la verdad.

−Entonces… ¿te está gustando el libro?

−¡Sí, mamá, muchísimo! ¡Es una auténtica chulada! Y, lo más importante, es que por fin sé lo que es leer de verdad.

−¡Qué contenta estoy! Así que ya sabes, cuando quieras un libro, cómpratelo de ese escritor.

Terminé de merendar y volví en busca de mi libro, cuando me di cuenta de que solo me quedaban cuatro páginas. En ese momento me sentí muy contento y a la vez triste ya que no quería que esa aventura terminase ya.

En aquel trance me quedé pensando en todo lo que había vivido junto a aquel personaje que por tantas situaciones había pasado, gracias a una maquina del tiempo, desde estar a punto de morir por un T-Rex hasta encontrarse en medio de un desierto.

La verdad es que, mirase por donde mirase, en aquel libro no encontraba nada negativo y, por eso, era y es mi libro preferido.

 

Fenris, el elfo

Autora: Marta Díaz Barrios
Curso: 2º ESO-A
IES Alixar, Castilleja de la Cuesta (Sevilla)

He estado pensando en el libro que, en conjunto, más me gusta y he decidido escoger uno que me apasiona y al que he vuelto en varias ocasiones, se llama Fenris, el elfo. Empezaré por decir que es de fantasía, que a mí personalmente me encanta porque tiene de todo: amor, odio, guerra y traición más allá de la muerte. Es un libro con unos personajes que deslumbran ya que la mayoría enseña cómo somos las personas.

En la historia, hay una frase concreta que me sobrecoge pues, a medida que leo y leo, se suceden acontecimientos que me hacen revivir lo que un personaje vive en concreto de la historia. De verdad, es increíble: cierro los ojos y me imagino la escena. La frase a la que me refiero es de amor entre una hechicera llamada Shi-Mae y Fenris, un elfo mezcla entre hombre-lobo y su especie. Entre ambos se produce un amor imposible porque Fenris oculta que es un hombre-lobo a su “novia”, Shi-Mae, para que no se rompa la relación. Al final, se descubre el pastel: un fantasma le dice a Shi-Mae: “Él nunca será tuyo, él pertenece a la luna…”.

Aunque, como digo, todo el libro es increíble, tiene partes que no me han gustado, por ejemplo cuando Shi-Mae quiere matar a Fenris o la llegada a la tribu de los humanos. Son hechos que cuentan mentiras, guerra y traición, que me parecen bastante frustrantes y que me hacen sentir agobio, enfado, tristeza, amargura; personalmente, esas sensaciones no me agradan lo más mínimo. Sin embargo, sí hay acontecimientos de guerra muy intensos que me han entusiasmado ya que luchan por el amor o por defender aquello noble en lo que los personajes creen. También hay historias de amor, confianza, esperanza, victoria, etc. que están muy bien porque expresan satisfacción, sentimiento de libertad y de alegría de enamoramiento.

El personaje principal del libro es, como pueden imaginarse, Fenris, al que ayudan  otros personajes interesantes como Nova (mago y señor de los lobos) y Ronna (humana, guerrera de la tribu del lobo y amante de Fenris) y otros con un comportamiento equivocado hacia Fenris y que pretendían destruirle; por ejemplo Shi-Mae que, tras haber tenido una relación con él, cuando se entera de que es un hombre-lobo, hace que lo descubran y que lo quieran matar.

La novela transcurre en la Edad Media y, sobre todo, en La Torre, un lugar de alta hechicería donde los jóvenes estudiantes se preparan para ser hechiceros.

Al final, Fenris consigue vencer y sobrevivir a todas las guerras y hechos que pasan en el libro y se le aparece un mago que le propone ir a La Torre para enseñarle a dominar la magia, así Fenris podrá proteger La Torre de los hombres-lobo malditos.

Si no lo habéis leído, os lo recomiendo. Muestra hasta dónde es capaz de llegar el personaje principal y los baches que tiene que superar para conseguir sus metas. Además es una cajita de sorpresas, no se sabe qué le espera al lector a medida que va leyendo.

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