IES Néstor Almendros, Tomares (Sevilla) 2020

Momo

Autora: Alejandra Tubío Quiles
Curso: 1º ESO A
Centro: IES Néstor Almendros, Tomares (Sevilla)

Momo es mi libro preferido en lo que llevamos de año. Lo he leído recientemente y, la verdad, un poco por obligación. Fue un regalo de Reyes y lo tenía olvidado por completo. Cuando lo cogí y me fijé en la portada y contraportada, ya empezó a gustarme; tiene el tamaño adecuado, el que me gusta y, también su letra es cómoda para la lectura. Nada más empezar a leerlo, sentí que me iba a gustar mucho, y no me equivoqué.

Lo primero de todo, me gustaría decir que este maravilloso libro me ha hecho pensar y reflexionar sobre cosas valiosas: escuchar más a los otros, respetar y utilizar el tiempo, sin desperdiciarlo, y también atender a los niños cuando reclamen o pidan ayuda.

Mi reflexión va a ir dirigida a dos de los puntos que he mencionado en el párrafo anterior: saber escuchar, que creo que es una virtud, y tener tiempo que nos hace ser más felices.

Me ha sorprendido la manera excepcional de escuchar que tiene la protagonista, llamada Momo. Su atención plena y su gran interés, cuando le hablan sus amigos, es algo que muy pocas personas tienen. Hoy en día, a la gran mayoría de nosotros nos cuesta escuchar sin interrumpir constantemente.

Conozco una frase que me dicen muy a menudo en casa: «se aprende más escuchando que hablando». Y debe de ser bastante cierto pues, en el libro, el autor, implícitamente, deja entender que Momo aprendió a leer sabiendo escuchar. Es maravilloso como los personajes del libro (los amigos de Momo), resuelven sus problemas cuando son escuchados por ella. Es evidente que, para escuchar y atender, en condiciones, a los demás, necesitamos el otro elemento valioso que mencioné arriba «EL TIEMPO».

En la primera parte del libro, Momo disponía de todo el tiempo del mundo, pues no tenía otra cosa que hacer que escuchar. Vivimos en una sociedad donde «el tiempo es oro». ¿Por qué digo esto? Porque somos esclavos de los horarios establecidos por la sociedad en la que vivimos. Me da la sensación que el autor del libro aprecia y valora mucho el tiempo. Aquí me gustaría hablar de un personaje maravilloso llamado Casiopea, una tortuga que tiene la capacidad de predecir el futuro media hora antes. Ella ayudó a Momo a salvar el mundo de los hombres grises que roban el tiempo de las personas. Actualmente, estos hombres grises podrían ser las tecnologías como: los móviles, las tabletas, los ordenadores, la televisión, etc. Y también los horarios eternos de trabajo y de estudios, y todo esto nos impide tener tiempo para las cosas verdaderamente importantes de la vida como: estar con las personas que aprecias, escuchar música, dormir, pasear, viajar, mirar el cielo y las estrellas, etc.

A mí, personalmente, me preocupa no tener tiempo para hacer lo que más me gusta, porque estoy ocupada haciendo otras cosas a las que me obliga la sociedad. El mejor regalo que te pueden hacer es «tener tiempo», que nos da felicidad.

Flores del Ártico

Autora: Jimena Constanza Álvarez Milán
Curso: 1º ESO A
Centro: IES Néstor Almendros, Tomares (Sevilla)

¿Qué puedo decir de este libro? Llegó en un momento muy importante de mi vida, en una etapa en la que yo aparentaba ser algo que realmente no era…

Quería ser como los demás, interesarme en todo lo que ellos se interesaban, hablar de lo que los demás hablaban, pero en el fondo nunca me sentía a gusto. ¿Por qué no podía asumir que era diferente?

De alguna forma crecí al lado de Cathy, uno de sus personajes, reconozco que me sentía muy identificada con ella. Era una chica que estaba dispuesta a todo por cumplir su sueño de ser bailarina, pero tenía un carácter imponente y un lado “oscuro”. Luego estaba Chris el eterno optimista y por último los gemelos Carrie y Cory, que siempre se quejaban por todo.

Cuando llegaron a Foxworth Hall después de aquel viaje nocturno en tren, la odiosa abuela les condujo al ala oeste de la casa, donde pasarían muchos años, algo que ellos, en aquel momento, no podían ni siquiera imaginar.

Me encantaba leer qué hacían para entretenerse, desde pintar hasta ver la televisión horas y horas, pero lo que más me gustaba era ver como Cathy y Chris empezaban a disfrutar de la lectura, algo que amo con todo mi ser.

Para mí era muy frustrante leer los intentos fallidos de los gemelos buscando el cariño de su madre, que ni siquiera les miraba a la cara. También odiaba a la abuela que siempre se refería a ellos como si fueran criaturas del demonio.

Los años iban pasando y en cada página compartía con ellos las ansias por salir de aquella enorme casa. A mí la lectura me llevaba solo unas horas al día, pero era capaz de sentir el sufrimiento y cómo pasaba el tiempo lentamente para aquellos hermanos, aunque no podía imaginar lo que pasaría poco después.

Igual que ellos deseaba que salieran pronto no podía soportar más las falsas esperanzas de Corrine y los gestos de desprecio de la abuela, que no ofrecía ni una gota de amabilidad a los pequeños gemelos que tanto odiaba.

Un día, sin ningún motivo especial, la abuela empezó a traer los dulces que les había prometido a su llegada, eran unas rosquillas de azúcar que ellos comían sin sospechar lo que la abuela tramaba.

Todo seguía normal hasta que en el libro apareció la palabra más temida: “muerte”. Nunca estuve familiarizada con esa palabra o nunca quise pararme a pensar en ella, pero todo mi mundo cambió a la leerla junto al nombre de Cory.

He de reconocer que me dolió como nunca antes me había dolido algo. Sentí un vacío, fue la primera vez que viví tan de cerca la muerte de un ser querido, aunque fuese el personaje de una novela, pero es que en casa nunca se hablaba de este tema, y de repente empecé a cuestionármelo todo. ¿Qué es la muerte? ¿Vivimos una vida para luego solo morir y ser olvidados? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿He desperdiciado 10 años de mi vida? Fueron cientos de preguntas que me fui haciendo a mí misma todas las noches.

Me compadecía de ellos porque yo también sentía pena por la muerte de Cory pero, al igual que sus hermanos, me repuse y seguí hacia adelante. Creo que esta es una de las lecciones que aprendí con este libro.

Mi dolor se convirtió en odio cuando descubrí que la muerte del pequeño Cory fue un asesinato. Las rosquillas no llevaban azúcar, sino un veneno mortal con el que poco a poco iban perdiendo la vida.

La muerte de Cory y el descubrimiento del asesinato fue una advertencia para Cathy y Chris que juntos decidieron que lo mejor para los tres seria salir lo antes posible de esa inmensa mansión y escapar de las garras de la horrible abuela.

Poco a poco fueron recaudando dinero de las salidas nocturnas a la habitación de su madre, donde robaban un poco de dinero que encontraban en los bolsillos de los pantalones y las camisas.

La noche que tenían previsto escapar, Chris salió otra vez para robar algo más pero no se llevo una grata sorpresa cuando descubrió que no había nada en la habitación de su madre ya que esta se había mudado a otra casa.

Cuando Chris volvió a la habitación y contó lo sucedido a sus hermanos, decidieron que había llegado la hora de irse y metieron en sus pequeñas maletas sus escasas pertenencias, cogiendo el tren de las cuatro con rumbo a Florida.

De algún modo, cuando terminé la última página me encontraba allí. De lejos se escuchaba la bella durmiente, ballet que Corrine le regalo a Cathy años

atrás, me acerqué a la ventana ansiosa de ver el tren de las cuatro. Decidí subir al ático allí se encontraba el antiguo gramófono de Cathy de el procedía la música, miré alrededor y allí estaban las preciosas flores de papel colgadas de el techo me dirigí a la clase y leí el mensaje de la pizarra y me sentí aliviada.

Ahora miro hacia atrás hacia todo lo que me hizo pasar este libro, gracias a el soy hoy como soy. Esas preguntas que empezaron a surgir de la nada y esos sentimientos a flor de piel me hicieron cambiar.

Y la pregunta que antes no podía contestar fue resuelta, no podía asumir que era diferente porque no lo sabía, nunca antes supe nada de la vida. Era como si llevara una venda llena de nudos en los ojos y cada página que pasaba de este maravilloso libro me permitía desatar uno de ellos. Al final, al abrir los ojos me di cuenta de que al fin y al cabo todos somos flores en el ático de nuestra vida.

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