Los Trugos. El enigma del Trece
Autora: Encarna Velasco Sarabia
Curso: 1°ESO B
Centro: IES Santa Bárbara (Málaga)
Mi libro favorito es el de ‘Los Trugos’, ya que cuenta la historia de una niña, Amaya, que junto a sus dos mejores amigos, Nando y Silvia, tienen que formar un equipo de baloncesto para poder entrar en una liga de colegios.
La historia comienza en el patio del colegio donde Amaya y Nando estaban con el skate. Amaya quería hacer el nuevo record, entonces se tiró cuesta abajo y solo pensaba en ganar. Al sentir el bache de la meta gritó: “¡Nuevo récord!”, pero no se dio cuenta de que había chocado con un hombre.
Tras el golpe, la directora llamó a Amaya y le puso un castigo; el hombre con el que se chocó le pidió disculpas. Ese hombre era Bruno Carena, el presidente de la asociación deportiva. La directora Lola, le contó a Amaya que él venía para decirle que estaban haciendo una liga de baloncesto. Amaya, al escuchar eso, pensó que habría nuevo equipo, pero al ser menores de catorce años tenían que buscar el equipo fuera del instituto.
Amaya se lo contó a sus amigos y empezaron a buscar un equipo. Los primeros en apuntarse fueron Daniel, Ernest, True, Magic y Curry. Pero le faltaba el entrenador. Un día, al entrar a clase se encontró escrito en la pizarra: ¡Cuidado con el 13! Amaya, al ser tan curiosa, investigó y al siguiente día estaba puesto lo mismo, pero habían añadido los Numas, que eran los del instituto de al lado.
Amaya, Nando y Silvia se infiltraron en el instituto y vieron en una foto a un niño con el dorsal número 13. De repente escucharon un ruido que era el de su profesora, que también le daba clases al otro instituto. Amaya le pidió que no se lo contara a la directora. Ya que estaban allí le preguntó por ese niño y la profesora les dijo que él era uno de los mejores, pero al tener tantas lesiones dejó de jugar; también le dio la dirección.
Al día siguiente, después de las clases fueron a esa dirección y les abrió un hombre aficionado a los videojuegos. Le pidieron que fuera su entrenador porque sabían que él había jugado. Después de mucho hablar, él aceptó. Al finalizar las clases fueron a entrenar para el gran día: el partido contra los Numas.
Llegó el gran día en el que los Numas jugaban contra ellos. Empezó el partido y todo el rato el marcador estuvo muy igualado, pero en los últimos minutos del partido ellos iban perdiendo de un punto. En el último segundo, Curry metió una canasta de media distancia ¡los Trugos estaban muy felices!
Bruno Carena miró a Ragnar y le dijo que habían perdido porque Curry no era del instituto, los Trugos estaban tristes porque les pareció injusto lo que habían hecho, pero Ragnar les animó y les dijo que no era importante que hubiesen ganado o perdido, que lo importante era el grupo que habían formado.
Este libro lo elegí un día que fui a comprar, lo vi y me pareció muy interesante porque yo también juego en un equipo de baloncesto en Málaga. Además la portada era muy llamativa.
Por ello lo recomiendo a niños y niñas de mi edad, ya que es un libro muy divertido y no hace falta saber mucho de este deporte, pero te adentras en este maravilloso mundo del baloncesto.
Wigetta y el mundo de Trotuman
Autor: Francisco David Reyes Galindo
Curso: 1º ESO B
Centro: IES Santa Bárbara (Málaga)
Este libro cuenta las aventuras de Vegetta, Willyrex, Trotuman y Vakypandy, que se dirigen a una pequeña isla de las conocidas Islas Galápagos, donde se celebra la fiesta del “trotusaurio”. Tenían que encontrar un medio de transporte para ir a la isla. Trotuman quería ir en avión, pero los demás se negaron.
Al final, decidieron ir en globo aerostático, aunque tuvieron algunos problemas: una cigüeña había anidado en lo alto del globo, y también hubo tormentas y vientos huracanados, pero llegaron bien.
Al entrar en la fiesta vieron a una tortuga muy anciana llamada Relámpagus, contando historias a las tortugas más jóvenes que escuchaban con atención. Una de las historias contaba cómo él vio por primera vez en su vida una sirena, y que la persiguió bajo el mar hasta una especie de reino habitado por sirenas y tritones.
La tortuga Puas interrumpió la fiesta diciendo que había encontrado una botella con un mensaje dentro. El mensaje decía que había encontrado un lugar maravilloso bajo el agua y lo firmaba Robinson Tortugoe, el famoso aventurero.
Al día siguiente se dieron cuenta que Chispas, una joven tortuga, había desaparecido. Todos se ofrecieron a ayudar para encontrar a la tortuga desaparecida, y después de buscar por toda la isla, no la encontraron.
Vegetta pensó que podía haber ido a buscar el reino de sirenas y tritones.
Relámpagus confesó que por la noche Chipas fue a visitarlo para saber dónde se encuentra el reino de sirenas y tritones. Le dijo que era peligroso, que se quitara esa idea de la cabeza, pero no hizo caso y se fue.
Todos estaban muy nerviosos pensando que Chispas había ido a buscar el reino, tenían que ir a buscarlo y traerlo de vuelta.
Relámpagus les dio indicaciones para llegar al reino de las sirenas y Trotuman y sus amigos iniciaron la búsqueda hacia lo más profundo del océano.
Vakypandy hizo un hechizo para que pudieran respirar bajo el agua y bucear sin problemas. Nadaron por rocas y grietas, algas y corales, veían peces de colores y anguilas. Después de mucho bucear encontraron el reino de sirenas y pensaron que pronto tendrían con ellos al pequeño Chispas.
Los cuatro amigos se vieron rodeados de varios tritones, mitad hombre mitad pez, que iban armados de lanzas y tridentes. Les preguntaron que hacían allí y Vegetta contestó que venían a buscar a una joven tortuga llamada Chispas.
El tritón creía que ellos eran los causantes de varias desapariciones. Vakypandy recordó ver algo entre las algas cuando iban de camino a la ciudad de los tritones, pero no le dio importancia.
De repente, intervino una sirena gritando que Coral, una amiga, había desaparecido. Vegetta, Willy y sus mascotas fueron al lugar donde desapareció Coral y buscaron por todos los rincones sin éxito.
Ya oscurecía cuando vieron algo enorme y pensaron que no podía ser un animal, pero entonces ¿Qué podía ser?
Fueron avanzando y de pronto algo les iluminó, mientras se protegían de la luz, las dos mascotas (Vakypandy y Trotuman) sintieron que algo les arrastraba hacia un lugar oscuro, que luego descubrieron que era una cueva. Apareció un banco entero de peces abisales y los cuatro amigos salieron por patas seguidos por los peces.
Ya estaban cansados, cuando le salió al paso una tortuga con una armadura, y les salvó la vida. Era el aventurero Robinson Tortugoe. Él era el guardián del jardín de las maravillas acuáticas, y encontró un submarino para que Vegetta y sus amigos se agarraran a él y buscar pistas sobre Coral y Chispas.
Llegaron a una plataforma y el submarino entró dentro. Ellos quedaron fuera para encontrar una entrada. Encima había una isla habitada por gnomos con arbustos que cortaban en forma de animales. Trotuman entró en la mansión de los gnomos y vio una habitación rosa y otra donde había animales disecados.
Vakypandy había encontrado a Coral y Chispas encerrados en un tanque de agua. Les sacaron de allí peleando con los gnomos y salieron por una trampilla que había en el suelo.
Se escaparon en uno de los submarinos rumbo al jardín de las maravillas acuáticas para curar a Coral, que había quedado paralizado como los demás animales que había en la sala.
Robinson Tortugoe no podía creer lo que le contó Trotuman sobre su aventura con los gnomos. Les ayudó a poder volver a la pequeña isla. Cuando llegaron, todos se pusieron muy contentos y Chispas corrió a abrazarse con su madre. Willy y Vegetta se sentían satisfechos de haber encontrado a Chispas y conseguir que Coral regresara al reino de las sirenas y los tritones, ganándose la gratitud de ese pueblo de por vida.
Todas las tortugas se habían acercado a despedirse de Trotuman y sus amigos. Después de muchos besos y abrazos, todos subieron a la barquilla que se dirigían hacia el globo aerostático en el que habían llegado.
Mientras se dirigían a casa, recordaban con cariño las aventuras que habían vivido a partir de una descripción misteriosa.
La diversión de Martina. Misterio en el Internado.
Autora: Sara del Río Aguilar
Curso: 1º ESO B
Centro: IES Santa Bárbara (Málaga)
Yo no era aficionada a la lectura, no me gustaba nada leer, solo leía la lectura obligatoria de clase, mi madre tenía que insistir mucho, hasta que por fin cogía el libro y me ponía a leer. Hasta le decía ¿Cuántas páginas leo?, ¿Hasta que hora leo?
Mi madre me decía que algún día habría un libro que me gustaría mucho, me encantaría y lo leería del tirón y que de la noche a la mañana me gustaría leer. ¡Y así ha sido!, hasta me pedí libros para Reyes.
Los libros que me han hecho que me encante la lectura son de una colección, ‘La diversión de Martina’. Los tengo todos, y de todos los que he leído hasta ahora mi preferido es ‘Misterio en el internado’.
En este libro Martina y sus amigos -Nico, Hugo, Sofía y Lucía- van en un minibús viejo y sucio, y se dirigen hacia un castillo que hay cerca de Estepona, pero no van allí de excursión. El castillo es un ¡internado! Sus padres los han mandado allí como castigo porque Martina sacó el móvil en clase (algo que no está permitido) y se puso a ver vídeos de YouTube con sus amigos, y los han enviado allí para que acaben el curso y para ver si aprenden algo de disciplina.
Nico ha visto un vídeo en Internet sobre el castillo, donde sale un hombre que se llama Iker, que dice que el castillo está encantado y que él es el cazador de fantasmas. La verdad es que el castillo daba miedo; era igual de siniestro por fuera que por dentro. Los recibió en la puerta uno de los profesores, el señor Martín, los acompañó hasta el despacho del director, el señor Rodríguez, y con él estaba otra de las profesoras, la señora María Gómez. El director llevaba colgado del cuello una llave.
Antes de que se fueran a sus habitaciones, el director les pidió a todos sus móviles, les dijo que él llamaría desde su propio teléfono a sus padres si fuera necesario y que los viernes podrían escribirles una carta a sus padres; ellos protestaron, pero no sirvió de nada y les dio una lista con las normas del internado, y si las incumplían estarían castigados. Nico le dijo a sus amigos, que la cara del director le sonaba de algo y no recordaba de qué. Martina les dijo a sus amigos que, ya que estaban allí y no podían hacer nada, debían aprovecharlo al máximo y vivir la aventura.
El castillo era enorme y siniestro, se escuchaban muchos ruidos raros. Empezaron a escuchar la música de un piano sonando en algún lugar, encontraron la habitación de donde procedía la música, pero todos se quedaron paralizados cuando vieron que ¡No había nadie tocando el piano! ¡Las teclas se movían solas! ¡En el internado había fantasmas!
Todo era muy raro. En lugar de dar clases, los organizaron en tres grupos y los pusieron a limpiar el internado. Tenían que sacar todos los trastos viejos de las habitaciones del internado y debían avisar si veían algo fuera de lugar. Siempre les decían lo mismo. Martina decía a sus amigos que tenían que investigar lo que estaba ocurriendo en el internado y que había que empezar por una puerta que lleva al sótano del castillo, a la que el director no quería que se acercasen. Dentro de la habitación del piano fantasma encontraron una caja con cosas del internado cuando era una escuela de arte.
Llegó el día en que les escribieron las cartas a sus padres, pero no querían que se cerrasen los sobres porque querían leer lo que pusieron a sus padres. Como ellos les contaron lo mal que lo estaban pasando allí, los profesores se enfadaban y rompían las cartas y los mandaban a sus habitaciones. Aunque les dijeron que las cartas eran privadas, no sirvió de nada.
Hay una compañera, Elena, que fue a ver a Martina a su habitación y le dijo que fue muy valiente y le contó por qué estaba en el internado. Ella los ayudó a conseguir los móviles del despacho del director, para avisar a sus padres de lo que estaba pasando, pero lo que encontraron fueron planos del internado, con unas cruces hechas con bolígrafo señalando las habitaciones que ya habían limpiado y vaciado. Casi los pillaron, el director corrió detrás de ellos, pero apareció la silueta de un niño brillante que desprendía mucha luz. El director cayó al suelo y pudieron escapar.
Llegó un nuevo día y los volvieron a reunir en grupo, pero esta vez fueron a trabajar en los jardines. Nico encontró tres tumbas, eran de los condes de Valera y de su hijo.
La profesora los pilló, los echó de allí y les prohibieron salir de sus habitaciones. Pero Martina y sus amigos no hicieron caso, fueron hasta los jardines y al pie de las tumbas estaban el director y los dos profesores, abriendo un agujero para que llegaran los fantasmas y les dijera dónde estaba el tesoro de su familia.
De pronto Nico, recordó por qué le sonaba la cara del director. Era Iker, el cazador de fantasmas que vio en el vídeo de YouTube el día que llegaron al internado.
Apareció el niño fantasma y les pidió que los detuvieran. Martina y sus amigos se echaron a correr hacia donde estaban las tumbas haciendo mucho ruido, para que se asustaran los malos, pero descubrieron que eran ellos. Con el forcejeo a Iker se le cayó la llave que siempre llevaba en el cuello y Martina se la quitó.
El niño fantasma los guio hasta la puerta que llevaba al sótano ¡Martina, tenía la llave! El fantasma les dijo que salvaran la escuela, les sonrió y desapareció. Cuando bajaron al sótano, encontraron mazmorras y dentro estaban ¡Los verdaderos profesores del internado! Liberaron a los profesores y, cuando llegaron los malos, entre todos los empujaron y los encerraron a ellos en las mazamorras. El verdadero director del internado fue a su despacho, llamó a la policía y pudieron saber toda la historia.
En el castillo vivían hace muchos años los condes de Valera y su hijo Miguel, que tocaba el piano, pero se puso enfermo y murió.
Sus padres montaron la escuela de arte en su memoria y escondieron un tesoro en el internado para que la escuela nunca desapareciera. Todo iba bien hasta que llegaron los malos para grabar un reportaje en el castillo, porque había rumores de que había fantasmas, pero se enteraron de que había un tesoro y decidieron quedárselo.
Los malos acabaron en la cárcel y todo volvió a la normalidad.
Los padres de Martina y los de sus amigos fueron a buscarlos y se sintieron muy mal por haberlos metido allí. Quisieron llevárselos a casa, pero ellos no quisieron, prefirieron terminar el curso allí.