La sombra del viento
Autora. Carolina Jiménez Gámez
Curso: 2º ESO A
Centro: IES Joaquín Lobato (Torre del Mar, Vélez Málaga, Málaga)
Este ejemplar llegó a mis manos por casualidad el año pasado, me recuerdo conversando con mi profesor de literatura Fernando sobre novelas y ficción, ¡trivialidades cualquieras en una clase en la que casi nadie tenía llama en su corazón por tener un libro entre las manos! O, al menos eso aparentaban, y como dijo Beatriz Aguilar, (uno de los amores del protagonista) “el arte de leer se está muriendo, al leer ponemos la mente y el alma y esos bienes son cada día más escasos”.
Él, sin desconfianza ni reparo me tendió aquel tomo que parecía no tener fin a forma de préstamo, acompañado de una cordial sonrisa, expresión que le caracteriza y reconoce.
Aun reposa en mi estantería esperando a nuestro próximo encuentro, y, aunque su lomo se me asemejó a una vasta llanura, se consumió como un soplo de aire veraniego, es uno de esos libros en los que las paginas se te escapan de las manos como si de mantequilla se tratase porque sientes que tu conciencia te muerde el corazón de inquietud, y confieso que a veces le hecho una ojeadita a mis capítulos preferidos para rememorar ese algo que no todos los libros tienen, un algo que no es precisamente fácil de explicar…
De la mano de su autor, Carlos Ruiz Zafón, me fui adentrando de forma cautelosa en una exquisita prosa que embelesa al lector y lo convierte en preso de amoríos y misterios de la Barcelona de mitades del siglo veinte, una cárcel de letras donde corrientes ideológicas chocan y remarcan personalidades de figuras tan afables como Fermín Romero de Torres, un mendigo que se reconvirtió en investigador y, con el tiempo, en el mejor amigo del protagonista Daniel Sempere, hijo del señor Sempere, que algún día de su juventud, allá por el 1945, lo llevo al cementerio de los libros olvidados, un laberinto desolado, un páramo para la mayoría pero un tesoro con olor a imprenta y polvo para catedráticos y enamorados de los libros. Allí se guardaban obras olvidadas y sin gran relevancia pero con historias cautivadoras, todo aquel que acudía por primera vez debía elegir un libro y guardarlo con su vida, en el caso de Daniel, la sombra del viento, de Julián Carax. Fue tal lo fascinante que despertó en él una insaciable necesidad de leer el resto de las obras y conocer más sobre el tal Carax, aquí cambió el rumbo de su vida para siempre. Personajes como Clara Barceló, su primer amor, que prácticamente le doblaba en edad,o Isaac Monfort, el guardián del cementerio de los libros olvidados harían de su vida una aventura con trazos detectivescos y una oda a los amoríos no correspondidos, tan apasionados como las sonatas en allegro, que cuentan su propio cuento y marcan la memoria.
Esta historia es una dentro de otra, pues Nuria Monfort, hija de Isaac, hace de nexo entre la vida de Julian Carax y de Daniel. Nuria se había hecho con un ejemplar de cada uno de los títulos de Carax, guiada por una corazonada de que algo malo pasaría, no se alejaba sino estaba en lo correcto, LainCoubert, un hombre con el rostro quemado, voz rauca, áspera y tono avinagrado, que con solo su presencia era capaz de congelar los vasos sanguíneos, se dedicaba a recolectar todos los libros de Carax en el mercado para después hacer de sus existencias poco más que una pila de cenizas, este personaje es una representación del diablo con un pasado que sería mejor no mencionar en esta reflexión para conservar la intriga del lector, aun así debemos saber que la gente que admiras es la que peores puñaladas te pega, por eso no hay que confiar en nadie.
Ningún libro como este hasta la fecha ha despertado en mí lo que 563 páginas de misterio y desesperación han podido, el placer de leer es abandonarse a la imaginación, a la belleza, a la ficción del lenguaje, se abren las puertas del alma y se demuestra que no hace falta comprender algo para sentirlo. Una historia de amor, traición y pérdida.