El Circo del Terror
Nombre: Adrián Gabriel Martínez Gómez
Curso: 1º ESO A
Centro: Colegio La Salle Virgen del Mar (Almería)
Las decisiones:
Todos nosotros tomamos decisiones en el día a día y en alguna que otra ocasión hemos tenido que tomar una decisión importante en nuestra vida. Esto ocurre con mi libro, que se basa en crear tu propia historia, la cual depende de los caminos que escojas.
En la vida ocurre algo parecido, pues poco a poco vas teniendo que elegir entre varias opciones que te surgen y, normalmente, no sabes cuál escoger. Frecuentemente las eliges al azar y en la minoría de ellas reflexionas antes de elegir.
En este libro, perfectamente, puedes retroceder y elegir de nuevo si la decisión que has tomado no te gusta o te lleva al final. Sin embargo, en la vida estas cosas rara vez ocurren y cuando tomamos una decisión casi nunca hay una vuelta atrás.
Por ejemplo, en el libro el malvado propietario de un circo llamado Bombax quiere apoderarse del país y tú te enteras por casualidad. Mientras esperas al rey para contárselo, a tu amigo y compañero Petrus lo secuestran y tienes que elegir entre rescatarlo tú sola o buscar ayuda para salvarlo. Una de estas decisiones te lleva a salvarlo y otra hace que Bombax te capture y se salga con la suya y se apodere del país. Cuando escoges la decisión que te lleva a que te capturen y Bombax se salga con la suya, obviamente vas a retroceder y escoger la otra opción. Esto lo puedes hacer cada vez que tu decisión te lleve a un desenlace que no te gusta.
Pero en la vida no. Me lo dice mi padre para motivarme a estudiar una carrera. «Si estudias una carrera universitaria podrás tener un trabajo en el que trabajes menos y ganes más dinero. Mas, si no estudias una carrera universitaria, a lo mejor podrás estar ganando dinero muy pronto, pero probablemente dentro de diez años estarás trabajando bastante y ganando menos dinero que si hubieses estudiado una carrera».
Pues aquí tenemos una de estas decisiones que cuando la tomas ya no hay vuelta atrás. Esta toma de caminos es muy importante y, seguramente, de las primeras que te plantearás. Reflexiona y no pienses sólo en el presente, piensa también en el futuro.
En situaciones muy excepcionales, decisiones como estas las puedes volver a elegir. Por eso, después de leer este libro os invito a reflexionar, no sólo antes de tomar una decisión, sino antes de realizar cualquier cosa y poder pensar qué consecuencia tendrá eso que hagamos.
Además, en la vida hay personas que pretenden buscar su propio beneficio en ti, o que simplemente no son buenas compañías. Como me dice mi padre, hay que arrimar el hombro a las personas que te quieren de verdad tal y como eres, no las que buscan beneficiarse contigo. Esto muchas veces te lleva a pensar:
¿Qué hago yo ahora?
- Opción 1: Ir con los que quieren beneficiarse de ti por ser algo y no estar en ese grupito que aparentemente es el que está rezagado.
- Opción 2: Ir a ese grupito que aparentemente es malo, pero te acepta como eres.
Bien, pues esto nos lo hemos planteado todos al menos una vez. Si voy con el grupo guay voy a ser algo, pero en ese grupo te “aceptan” porque pueden beneficiarse de ti. Si vas con ese grupo rezagado también vas a ser algo, pero aquí te aceptan como eres. Pues yo os invito a ir con ese pequeño grupito, sí ese, el que te aceptan tal y como eres, pues allí podrás desarrollar todas tus capacidades sin temor a que te expulsen del grup ni que se metan contigo, ni nada parecido.
Boulevard
Nombre: Ángela María Portero Rubio
Curso: 2º ESO A
Centro: Colegio La Salle Virgen del Mar (Almería)
Hasley nunca fue una chica muy atenta, lo tenía claro, pero el que aquella mañana me contase que acababa de darse cuenta de un chico que llevaba toda la secundaria con ella, me dejó alucinando desde ese momento en el que ella se moría de curiosidad por conocer el nombre de ese chico, me contó cada una de sus interacciones con él, Luke Howland Murphy, conocido por ser el drogadicto repetidor del instituto.
Ninguno de nuestros amigos estaba de acuerdo con que Halsey se acercase a él, pero sinceramente, Howland me resultaba un chico llamativo, estaba muy segura de que escondía algo muy dulce debajo de su caparazón. Halsey decidió seguir mi consejo y lanzarse a entablar amistad con él, tuve la suerte de que me contase cada pequeño avance, pude notar que las primeras interacciones fueron realmente frías, él hablaba cargado de sarcasmo y sorna, pero en el fondo, yo sabía que esta historia acabaría muy bien y efectivamente; tras las primeras conversaciones, según lo que Halsey contaba, Howland se iba abriendo cada vez un poco más.
Por la forma en la que Halsey describía su entusiasmo, empecé a pensar que de ahí podría surgir algo más que una bella amistad, en mi cabeza ya me podía imaginar mil historias distintas, pero mientras andábamos por los pasillos, nos encontramos a Matthew, el capitán del equipo de baloncesto; ahí fue cuando tomé consciencia de que Hasley estaba perdidamente enamorada de él, ese chico nunca me provocó mucha confianza, por eso decidí marcarlo como un cero a la izquierda, al menos mientras pude.
Conforme iban pasando las semanas y Hasley profundizaba su amistad con Luke, ella aprendió muchas cosas sobre el rubio y su compleja mente, ya que el verdadero Luke Howland era un chico sensible y con una salud mental realmente dañada, por lo que pude aprender que Howland solo necesitaba cariño de verdad y sabía que Halsey era la indicada para eso.
Halsey empezó a quedar mucho con Luke después de clases, Howland le acompañó a una fiesta a regañadientes, pero a cambio, Halsey acompañó a Luke a comprar vinilos, sinceramente agradecí eso, Halsey necesitaba buena cultura musical. Desde que Halsey me contó que Luke le enseñó sobre vinilos y hasta le regaló un vinilo de la banda favorita de Howland, mi mente ya estaba planeando la banda sonora para la boda, pero para la desgracia de todos, Halsey decidió ir a un partido de Matthew, al cual sin tener muy claro por qué, Luke también asistió. De ese partido surgió el mayor cotilleo de todo el instituto, una nueva pareja, pero no, no es la que todos (al menos yo) esperábamos, sino que Matthew le pidió salir delante de todo el mundo.
Halsey me contó que Luke estaba enfadado con ella durante unos días después de esa novedad y no se explicaba el porqué, pero ella era la única que no lo entendía; pensaba que se quedaría así para la eternidad, pero supe que había entendido todo cuando llegó un día a clases y me dijo: ‘¿Se puede escuchar un corazón roto a través de un abrazo?’
Ahí comprendí la forma tan noble de amar que tenía Howland, aunque también pude entender la ceguera crónica de Halsey a la hora de comprender los sentimientos de la gente.
Desde que Halsey me hizo esa pregunta, todo se arregló con Luke, seguían yendo con frecuencia a lo que Halsey me contaba como ‘El Boulevard de los sueños rotos’, aunque nunca llegué a entender qué era.
Me alegraba ver a Halsey tan feliz con Luke, pero un día me contó algo con él que supe que traería problemas.
Una tarde cualquiera, Halsey fue a casa de Luke, ya que Luke quería enseñarle buena música, pero lo que no me esperaba en absoluto fue que Howland besó a Halsey esa tarde; sinceramente fue una idea que me alegró, pero había un problema, un problema llamado Matthew.
Estos tomaron como costumbre el mostrarse ese afecto en privado, pero un día, se besaron en la biblioteca, donde alguien avisó a Matthew.
Cuando este se enteró, dejó a Halsey en ridículo delante de todo el mundo, poniendo a la mayoría de alumnos en su contra, pero Luke siguió siempre ahí y, al igual que Halsey, siempre se preocupó por cuidarle, él lo hizo también.
Desde ese día, Halsey ya había reconocido sus sentimientos y Luke le dio un trato único, desde conducir en una furgoneta hippie sin rumbo alguno (el cual era uno de los extraños deseos de Halsey) hasta tener un tatuaje juntos.
Nunca había visto un amor tan puro, el cambio de una persona tan consumida en el dolor de sus recuerdos como lo era Luke, hasta volverse alguien con una paz interior y unos sentimientos tan únicos por alguien como hizo por Halsey, ellos eran la definición de ‘la envidia de los demás’, incluso si nadie los veía así.
Todo parecía ser perfecto para ellos, hasta que un día, Matthew se presentó en casa de Halsey con el único propósito de hacer daño, Howland claramente saltó a su defensa, lo que encadenó una pelea no verdaderamente exagerada, pero Halsey en un tropiezo se calló a la carretera, a punto de ser atropellada, si no fuera porque Luke cumplió su promesa de siempre estar ahí antes de que ella caiga, pero nadie esperaba que esta promesa conllevase su muerte.
Incluso si esto pareciese el final de esta historia, no lo es, porque pienso que lo más doloroso de esta historia vivida por mi mejor amiga fue como el brillo de sus ojos se apagó tras confirmar la pérdida de Luke, confirmando que no siempre sale el sol después de la tormenta, siempre puede haber un rayo.
Romper el círculo
Nombre: Clara Clavero Ortega
Curso: 2º ESO C
Centro: Colegio La Salle Virgen del Mar (Almería)
Estaba sentada en el borde de una azotea cuando lo conocí a él, la persona que me hizo sanar y, a la misma vez, sangrar, Ryle Kincain.
Yo soy Lily, una chica con un pasado difícil de olvidar y un futuro todavía no muy claro.
De pequeña estaba acostumbrada a ver cómo mi padre golpeaba a mi madre habitualmente. Dolorosos recuerdos vienen a mi mente cuando pienso en el infierno que tuvo que vivir mi madre. Ahora, ya no iba a pasar nada más. Mi padre, mi progenitor, mi modelo de conducta, ya no estaba con nosotras, aunque me atrevo a decir que en ningún momento lo estuvo.
Yo me prometí no tener una relación como la de mi madre, pero a veces el lobo feroz se disfraza de abuelita para pasar desapercibido.
Conocí a Riley el día del funeral de mi padre, sentada al borde de una azotea en un edificio cercano al lugar del funeral. Intentando escapar de la realidad y de tanta gente desconocida que se esforzaba en ser agradable conmigo. El se acercó a mí y empezamos a hablar y sentí una conexión especial, una chispa.
Pasaron varios meses y Ryle y yo nos hicimos pareja. Todo eran besos, abrazos y palabras bonitas. Hasta que un día abrí los ojos y me encontraba en el suelo de la cocina llorando, con un gran moratón en el ojo y a Ryle gritándome. No, no puede ser, seguro que fue un error, o eso mismo me hizo creer él. Me suplicó que le perdonase y lo hice, ahí se quedó todo, en un pequeño incidente.
El tiempo hizo que olvidase el terrible momento vivido en aquella cocina. Nuestra relación iba mejor que nunca, mucha felicidad y caricias. ¿Qué podría salir mal ahora?
Otra vez, él me había golpeado de nuevo, no paraba de disculparse llorando. Quería perdonar y olvidar esto, pero… ¿Debía?
Lo amaba, amaba a Ryle y nuestros momentos de alegría como pareja, pero yo quería a otro Ryle, al que conocí hace unos meses, el Ryle del que me enamoré, no a éste. Él se había convertido en algo que no me gustaba, en un monstruo.
En nuestra relación pasaron muchos momentos como esos, a veces un simple empujón, otras veces un grito, un insulto y otras una amenaza. Yo no quería verlo, lo justificaba y acababa perdonando un incidente tras otro. Lo quería tanto…, pero no podía dejar de quererme a mí misma, no podía estar con alguien así, y me costaba tanto dejarlo ir…, yo lo amaba. Y por eso hice lo más adecuado, pero no lo más fácil. Cuando supe que estaba embarazada, me decidí a acabar de una vez con nuestra relación. Mi hija no vería lo que yo vi, no viviría lo que yo viví y no caería en el mismo pozo en el que yo me encontraba ahora.
Miedo, soledad, tristeza…, eran algunos de los sentimientos que me inundaban cuando él se colaba en mi mente. Se había convertido en mi padre, esa persona a la cual no soportaba. Después me inundaba una sensación de calma, de tranquilidad al saber que había hecho lo correcto.
Lloré, sufrí y lo pasé muy mal, pero era lo mejor para nosotros, los dos teníamos que sanar y aunque pasase el tiempo no volvería con él, aunque fuese el amor de mi vida.
Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que yo tuve suerte, logré salir de allí, de un destino que no era el mío, de una vida que no era lo que yo quería vivir, pero hay mujeres que no han tenido esa suerte…
A mí, Lily, a mi querida madre, y a muchas mujeres más les ha pasado esto. Compartir tu vida con una persona la cual te da toda la emoción y felicidad que necesitas y, al instante, te encuentras frente a un monstruo, te das cuenta de que no sabes con quién estás viviendo, un completo desconocido. Es cruel, la vida entera lo es, pero también es maravillosa y por eso se necesita tener a tu lado una persona que te acompañe y te cuide, que realmente te quiera.
He aprendido que quince segundos son suficientes para destrozar la vida de una persona, para ponerla patas arriba, pero se necesita muchísimo más tiempo para olvidarlo, sanar y rehacerla, y así romper el círculo.
El mapa de los anhelos
Nombre: Elena Álvarez Justicia
Curso: 2º ESO A
Centro: Colegio La Salle Virgen del Mar (Almería)
Nunca he sabido guiarme por mi propio camino. Ni tomar mis propias decisiones. Nunca he tratado de aprender. Pero, ¿y si la vida me obligara a ello?
Hola a todos, soy Grace. ¿Grace? Ni siquiera sé si me identifico con ese nombre.
Normalmente todos me reconocen como la hermana de Lucy, la hermana de la chica que murió por cáncer. Pero, ¿cuál es mi verdadera identidad?
Realmente no hay un gran misterio detrás de ello. Nací con la misión de salvar a mi hermana, de transmitirle mis células para curarla. De matar a su enfermedad.
Y todos creen conocerme por ello. Creen conocerme por saber que fallé en la misión que debía cumplir, por la que llegué a este mundo tan injusto.
Todos lo saben, pero ninguno me conoce realmente. Apenas lo hago yo.
Las miradas de la gente se clavan en mí como agujas tratando de coser heridas que cicatrizarán, mientras que en mi cabeza solo se formula una pregunta: “¿Por qué?”
La pregunta que lleva colgada en la pared de mi desordenada habitación desde que conozco su existencia y la infinidad de posibles respuestas que existen a ella.
¿Por qué alguien como Lucy debía sufrir este castigo?
Aunque, ¿era tan solo SU castigo?
¿Era tan solo ella la que lo sufría?
Durante años he sido solo la sombra de mi hermana mayor, la adolescente con cáncer. Y no la culpo. En realidad, me gustaba serlo.
Ella me enseñó a valorar cada momento y a sonreír a pesar de todo, aunque odiara hacerlo. Me mostró el verdadero significado de la vida. Ella me lo enseñó todo.
Por eso nunca tuve que dejar de seguirla, de perseguir su sombra. Nunca quise.
Pero, ¿qué ocurriría si tuvieras que aprender a vivir sin la persona que te hizo ser quién eres? Nunca quise planteármelo, pero sabía que ese día llegaría. Y llegó.
Tirada en mi cama recorro todos y cada uno de los momentos que ahora tan solo serán buenos recuerdos en mi memoria.
Imagino que hubiera sido de nosotras si de tantos caminos existentes no se nos hubiera asignado el de la muerte y el sufrimiento. Estoy segura de que viviría en Nueva York como Lucy siempre decía. Ella vendría a verme a cada una de mis competiciones de patinaje y pasaríamos las noches jugando a las cartas en mi apartamento mientras nos reímos de cualquier tontería. Por más que me duela aceptarlo, sería ridículamente perfecto y la vida me ha enseñado que nada es perfecto, así que, por ello, aquí estoy, sentada a los pies de mi cama, sosteniendo esta curiosa caja que me dejó mi hermana antes de marcharse para siempre.
Me pregunto qué esconderá en su interior y por qué no puedo abrirla. Pero solo lo descubriré si me dirijo a la dirección que me indica mi hermana en la primera casilla.
Una caja dorada. Sobres. Muchos sobres. Casillas. Un juego. Un chico. Muchas preguntas. ¿El mapa de los anhelos?
Sonaba y se veía como una locura, pero una vez empecé a recorrer ese mapa lleno de anhelos, lo comprendí.
Los mapas consisten en caminos trazados que te dirigen hacía un tesoro. Y así era mi mapa. El de los anhelos, el que me dejó Lucy. Sin embargo, este era un poco distinto. El tesoro no se encontraba en el final, sino el camino que iba recorriendo.
En cada casilla que abría, Lucy me obligaba a cometer alguna locura.
Pero esas locuras, de alguna forma, iban curando y cerrando mis heridas.
Desde el detalle más insignificante como volver a coger mis patines o unirme a un grupo de apoyo, hasta encontrarme a mí misma recorriendo las calles de Europa.
Porque esas pequeñas locuras que cambiaron mi vida nunca hubieran salido de mí sin un pequeño impulso. Ese pequeño impulso que todos necesitamos. El impulso que me dio Lucy. Porque ella me conoce más de lo que yo misma lo hago. Aunque seamos polos opuestos. Porque como leí una vez en un libro: “Sea cual fuere la sustancia de la que estaban hechas las almas, la suya y la mía eran idénticas”. Y así eran las nuestras. Tan distintas como idénticas. Y lo serán para siempre.
Por eso, me entregó esa caja dorada. Por eso me otorgó el mapa de los anhelos.
Lucy quería vivir una última aventura a mi lado, que yo la viviese con ella. Que lo hiciéramos juntas, como había sido siempre, aunque no estuviera conmigo en carne y hueso. Aunque cuando girara la vista no fuera ella la que conducía el volante del coche. Me acompañaría en todo momento, y seguirá haciéndolo.
Porque siempre estuvo para mí y, aunque ya no pueda escuchar su dulce voz, siempre quedará un trocito de mí en su interior que nos unirá para siempre.
Lo que me ha devuelto y aportado el mapa de los anhelos no llena el vacío que dejó Lucy, pero sí llena algo del vacío que dejó la infancia que me arrebató el cáncer.
Una vez nuestra última aventura ha llegado a su fin, me siento casi llena.
Me falta la pieza que nunca podrá ser igualada, pero si reemplazada.
Cubro el hueco de mi corazón con parches que sé que no son permanentes y algún día dejarán de tapar mis heridas, pero entonces ya no me harán falta.
Porque puede que alma gemela solo haya una.
Pero personas que curan, puede haber muchas. Y yo encontré a la mía.
Hoy se cumple un año desde la muerte de Lucy y, echando la vista atrás, creo que elegí el camino correcto, porque algo en mí ha cambiado.
Sigo teniendo el mismo corte de pelo y mi nombre sigue siendo Grace, pero ahora ese nombre parece tener un verdadero significado. Porque, aunque aún me quede camino por recorrer, ahora puedo ver una luz a lo lejos, a la que cada vez me voy acercando más y más. Por ello, tengo que seguir caminando hacia delante.
Porque, aunque la vida de Lucy haya llegado a su fin, la mía no ha hecho más que comenzar. Y es gracias al juego. Gracias a “El mapa de los anhelos”.
Nosotros en la Luna
Nombre: Irene Saldaña Sorroche
Curso: 1º ESO C
Centro: Colegio La Salle Virgen del Mar (Almería)
¿Crees que pedirle cómo sacar un boleto a un desconocido, podría cambiarte la vida? Pues, la verdad es que sí.
Me llamo Ginger, exacto, como las galletas. Tengo 21 años y la mayor locura que he podido hacer en toda mi vida ha sido coger un vuelo cualquiera y viajar a París después de romper con mi exnovio, Dean. Era una tontería, solo estaría un día, pero quería sentir esa adrenalina, quería saber qué se sentía huir de todo por una vez y se sentía horrible, tenía un fuerte nudo en la garganta. No tenía ni un lugar de alojamiento, ¿qué querías, dormir en la calle?
Perdida, sin rumbo a ningún lugar, fui a una estación de metro a sacar un ticket.
Estaba todo en francés y yo no entendía nada, le empecé a pegar a la máquina y a presionar ese raro botón con tantas fuerzas que me empezó a doler el dedo. Miré por todos lados hasta que un chico se me acercó.
No fue un amor a primera vista, fue una “atracción” a primera vista. Él me vio desorientada y me ayudó. Empezamos a hablar, me contó que se llamaba Rhys, tiene 26 años y es DJ, es normal para él viajar por el mundo, sin saber dónde iba.
Todo fue muy rápido, demasiado… No sé cómo describirlo. Me hizo una especie de turismo por París. Comimos dentro de un restaurante de por ahí cerca. Ver la torre Eiffel con mis propios ojos me dio tanta emoción… Me enseñó una canción de sus favoritas, y… Me emocioné, lloré delante de un extraño. Un extraño no tan extraño, un extraño en el que sentía como si lo conociera desde hace cien siglos.
Al saber que no tenía un techo para pasar la noche, me ofreció ir a su piso. No era gran cosa, pero era incómodo, más de lo que parece.
Tuvimos que dormir en la misma cama, unos cuantos roces de manos mientras hablábamos sobre nosotros mismos. Me contó que adoraba la música y puso un vinilo, mientras mirábamos la Luna, tan bella con sus cráteres, tan bella siendo llena, tan bella siendo ella.
– ¿Nosotros dónde estamos?
– Nosotros en la Luna.
Esa frase marcó mi vida.
No podía despedirme de él, quería seguir hablando con él todos los días. Aunque con la universidad, difícil lo vi. Pero, que daba igual, quería tener su contacto. Y lo primero que hicimos, fue intercambiar nuestros gmail. La mejor decisión de toda mi vida.
Todos los días hablábamos y nos contábamos cosas cualquieras. A veces ponía de título de nombre “galletita”. Fue la primera persona que me llamó “galletita” y en vez de enfadarme o cabrearme, o algo parecido. Me parecía tierno.
Mi madre conoce cada detalle de ti desde que llegué a Londres. Le pilló cariño aun sin haberle conocido.
Jamás olvidaré ese cumpleaños. Estaba recién despierta y lo primero que hice fue buscar un mensaje de Rhys. Nada, no había, cosa que me extrañó mucho. Timbre, ese sonido irritante. Fui a abrir. Las lágrimas caían de mis ojos. Ahí estaba Rhys, el hombre del que me había enamorado a bases de sus gmail y de la primera y última vez que nos vimos, después de casi un año sin verle. Pasamos todo el día juntos. Me diste mi primer beso… Fue mágico.
El día que dejo de nevar en Alaska
Nombre: Olga Capel Ocaña
Curso: 1º ESO A
Centro: Colegio La Salle Virgen del Mar (Almería)
Querido diario, creo que lo hago todo mal, que soy una torpe y que no sirvo para nada, también creo que solo consigo atraer problemas, pero no soy como el resto de la gente, ese tipo de problemas no quiero enfrentarlos, solo quiero huir de ellos, no resolverlos, correr, correr lejos, alejarme de la gente que quiero, de mis recuerdos, alejarme de allí, de mi hogar, de mi vida en San Francisco.Quería huir, pero no sabía exactamente dónde, y no sé en qué momento se me ocurrió fijarme en el póster que tenía colgado en la puerta de mi dichosa habitación, pero cuando me di cuenta ya estaba allí, Alaska pareció ser mi destino. El que me ayudaría a deshacerme de todas esas cosas que estaba dispuesta a olvidar, solo por no acordarme de ella. Alison ha hecho de mi vida un infierno, y aunque por fuera parezca un ángel a los ojos de la sociedad o los chicos estén coladitos por ella, no es nada de eso, Alison ha hecho que me odie, que piense que soy horrible, además de hacer que no me guste en absoluto mi cuerpo, e incluso irme a Alaska, ya empiezo a replantearme que sea por huir únicamente de mis problemas y aunque no lo admitiré, venir a Alaska no es para olvidar otras cosas, sino para olvidarme de ella.
Es cierto que cuando llegué no sabía muy bien dónde ir, aunque lo planeé días antes, todo parecía ir mal, cuando conseguí cobertura intenté buscar el alojamiento que me correspondía, es verdad que Alaska es muy bonito, pero cuando vi aquel camino oscuro que me dirigía a mi casa, quise no haber venido, y más aún cuando de un momento a otro estaba tirada en el suelo con un perro muy grande encima de mí, con él, vino un hombre, John es su nombre, tenía aspecto rudo pero igualmente quiso acompañarme hasta mi alojamiento. Fue él quien a pesar de que pensé que le caía algo mal y que desconfiaba un poco de mí, me invitó siempre a su casa, además de que fue él quien me sugirió que trabajara en la cafetería. Y ahí fue cuando lo conocí, y aunque creáis que estoy hablando de ese hombre guapísimo, muy simpático y abierto, de esos que son como un príncipe azul, definitivamente, no se trata de algo así, allí conocí a Nilak, el chico más frio, reservado y distante que he conocido nunca, él sí parecía odiarme, y creí que el sentimiento era mutuo.
Me sacaba de quicio, además de que sabía perfectamente que escondía algo desde un principio, quizá no algo malo, pero sabía perfectamente que algo le ocurría y aunque no se mostrará ante mí, ya que parecía tener mil capas de protección, como si tratara de esconderse, al final supe ver su verdadero interior, el verdadero Nilak, el que tanto me ha costado conocer.
Es verdad que ambos, hemos pasado por situaciones muy peligrosas de la vida, puede que ambos estábamos tratando de sanar y también puede que al final conocernos sí haya sido lo mejor que me ha pasado, que quizá no elegí Alaska por nada en especial, que quizás John no eligió esa cafetería con ningún motivo, pero solo sé que esta es mi historia, puede resumirse en que soy una mujer que necesitaba ayuda, y también se puede decir que el hombre que se mostraba indiferente y que parecía tener un corazón de hielo terminaron enamorándose, siendo felices, que quizá no es la historia que cualquier persona desea contar, ambos superando sus miedos y dándose tiempo, pero el tiempo es lo más valioso que existe, cuando pienses que no tienes nada que hacer, solo piensa que la vida da segundas oportunidades, finalmente la nieve empieza a derretirse y todo termina encajando….
Heather.
El diario de Ana Frank
Nombre: Sara García García
Curso: 1º ESO A
Centro: Colegio La Salle Virgen del Mar (Almería)
El diario de Ana Frank es mi libro favorito y te explicaré por qué.
Ana Frank era una niña judía que vivía en Ámsterdam y tenía una vida normal como cualquier niña de su edad.
Al principio del diario, Ana nos cuenta lo emocionada que estaba el viernes 12 de junio de 1942, ya que era su cumpleaños, en el cual le regalaron el diario.
Ella habla de que le gustaría tener una amiga del alma, así que trataría a su diario como si lo fuera. Decidió que su amiga se debería llamar Kitty. Todos los días empieza diciendo «querida Kitty» como si se lo estuviera contando a través de una carta, y al final del día siempre se despide de Kitty.
Días después nos empieza a contar el plan de «la casa de atrás» que tenían sus padres. El plan consistía en esconderse en la parte de atrás de la oficina de su padre. En la oficina había una estantería que se podía abrir como si fuera una puerta, dentro había una serie de habitaciones en las que se podían mantener seguros tras la llegada de los sargentos de la «SS». En este lugar sería muy difícil que los encontraran, ya que todos los trabajadores de su padre estaban al tanto de su llegada. Allí se tendrían que esconder con sus padres, su hermana Margot, el señor y la señora Van Daan y con Peter Van Daan. Pero no pudieron llevar a Moortje, su gato, porque haría mucho ruido, así que lo dejaron en la casa de sus vecinos. Ana siempre habla de lo mucho que lo echa de menos.
Desde que Ana tuvo que vivir en la «la casa de atrás», cuenta lo mucho que le angustia no poder salir fuera y estar pensando de que los podrían encontrar y fusilar, le da demasiado miedo. También nos cuenta en las condiciones en las que tiene que vivir desde que está allí, como que los días pasan en silencio al no poder hacer nada de ruido, o cosas como que se tienen que bañar en una tina, porque no tienen bañera, pero dan gracias a que por lo menos tienen agua caliente.
Dentro de lo malo, dice que por lo menos tiene a Petter. Ella se lleva muy bien con él y lo considera una persona con la que puede hablar. Pero le pone triste que él no sienta lo mismo que ella y cree que nunca estará en sus pensamientos.
El 4 de agosto de 1944, entre las diez y las diez y media de la mañana, un automóvil se detuvo en la oficina. De él bajó un sargento de la «SS» alemana, junto a tres asistentes holandeses miembros de la Grüne Polizei (policía verde). Sin ninguna duda alguien los había delatado, hasta la fecha se desconoce quién. Los llevaron a todos a campos de concentración.
La madre de Ana murió de inanición el 6 de enero de 1945. El señor Van Daan fue enviado a las cámaras de gas el 6 de septiembre de 1944. La señora Van Daan murió, pero no se sabe ni de qué, ni la fecha. Puesto las condiciones higiénicas, Margot murió y, días después, Ana se cree que pasó a finales de febrero y principios de marzo de 1945. Por último, Petter Van Daan murió el 5 de mayo de 1945, sólo tres días antes de la liberación.
El padre de Ana sobrevivió, se decidió a la publicación del diario de su hija y a difundir el mensaje contenido en él.
Y sí, así termina mi libro favorito.