El niño del pijama de rayas
Autora: Nihad Taibi
Curso: 2º ESO-A
IES Guadalmedina, Málaga
Aquellos eran tiempos realmente difíciles, eran tiempos de “palabras en voz baja”. Eran tiempos de odio y de desprecio, de orgullo y de poder.
Con este tema podría referirme a mil libros, pues sé que, desgraciadamente, se escribe mucho sobre ello. Sin embargo, me estoy refiriendo a uno de los libros que más me han hecho pensar y sentir: El niño del pijama de rayas.
Quizás no sea un libro muy recomendable para mi edad (ya me lo advirtieron), pero lo cierto es que ha despertado pensamientos que jamás antes había tenido, y me ha despertado emociones que parecían que ya estaban dormidas. Probablemente sea por el hecho de ser musulmana. Y me diréis, ¿no trataba de judíos? Sí, pero, da igual, puedo ponerme ese maldito pijama y mirar a través de la alambrada. También yo me he sentido pequeña y frágil y he sentido el peso de un pijama que no llevaba puesto, pero que notaba por el hecho de ser diferente.
Esta bella, pero triste historia, cuenta la corta de vida de Bruno, hijo de un oficial nazi que se muda junto a su familia a un lugar llamado Auschwitz, que resulta ser un campo de exterminio. Bruno, que tras la mudanza había dejado atrás a sus amigos, logra hacerse amigo de un niño judío llamado Shmuel, que vive al otro lado de una reja y que, como otras personas en ese lugar, lleva puesto un pijama de rayas. Los dos niños disfrutaban de su amistad sin ser conscientes de lo que pasaba a su alrededor, pues eran niños.
Y a veces quizás es mejor no crecer. Eso me hacía pensar al imaginarme a los dos pequeños protagonistas que lograron ser amigos por no saber el bando al que pertenecía cada cual.
La verdad es que es una historia muy triste, pero la tristeza también debe servir para algo, porque el que no lo siente, no lo piensa. Pero lo más triste de todo es que en pleno 2017, se sigan repitiendo de manera incansable estas mismas historias, con los mismos instrumentos y en miles de lenguas distintas, aunque ahora se pronuncien a gritos: negros asesinados por propios policías, refugiados sirios reportados a diario, musulmanes etiquetados de terroristas, marroquíes o africanos intentando cruzar la alambrada, aunque no lleven pijamas de rayas…
Musulmanes, judíos, gitanos, payos, negros o blancos… Y es que seguimos teniendo la misma manía de etiquetarlo todo. Y, al final, ¿qué más da si todos latimos con un mismo corazón? No debemos olvidar nunca, como dice mi profe, que por debajo de la ropa, el jersey, la chaqueta o, en este caso, un pijama de rayas, a todos nos cubre la piel. Este es el mismo pijama que todos compartimos y del que nadie se puede desprender.