En el Hotel Bertram
Autora: Ángela Arboleda Castro
Centro: Colegio Santo Domingo (Granada)
La historia se desarrolla en el hotel Bertram, en Inglaterra y pretende parecer de la época eduardina. Comienza con Miss Marple viajando a este establecimiento. Cuando llegó tomó el té de las cinco, con lady Hazy. Conoció a varias personas: el Coronel Luscombe, Elvira Blake, el canónigo Pennyfather y Bess Sedgwick, madre de Elvira. La Srta. Blake no sabía nada sobre su madre, y estaba alojada en el mismo. Mientras tanto, en Scotland Yard, los policías discutían un tema de máxima enjundia para el país, una oleada de robos en bancos y joyerías. Tenían indicios de participantes, y tenían claro que había una mente criminal detrás de todo.
Por la mañana, Elvira se fue a casa de su amiga Bridget, a l pedirle un favor. Debía ir a Irlanda y tenía que cubrirla. Tras descubrir que no tenía dinero suficiente efectuaron un robo en una joyería para devolver el objeto el día próximo. Cuando llegó fue a su abogado. Pretendía saber cuánto dinero poseería a la mayoría de edad, qué pasaría con este si muriera y lo que le ocurriría si tuviera esposo y falleciera. Descubrió que poseía una gran fortuna.
El 19 de noviembre, el canónigo Pennyfather iba a volar a Lucerna para una reunión, pero con lo olvidadizo que era se le pasó el día del vuelo. Ante este fracaso, después de media noche, regresó al hotel. Al entrar en su habitación… ¡Pum!
Tras varios días desaparecido y con la policía tras él, en especial el inspector jefe Fred Davy, el canónigo se despertó en una estancia diferente a ninguna que pudiese recordar. Una amable señora entró y le contó que seguramente había sido atropellado. Ella y su esposo lo trasladaron a su casa y llamaron a un médico que le diagnosticó una conmoción cerebral.
Miss Marple paseaba. Se sentó para tomar un té y encontró a Elvira Blake y a un amigo de su madre, Ladislaus Malinowski. La chica parecía muy enamorada del muchacho, pero cualquiera lo consideraría como una mala influencia por sus problemas con las mujeres, él era un piloto de carreras.
El inspector jefe, fue a visitar al canónigo para ver cómo se encontraba y hacerle unas preguntas, pero Pennyfather no recordaba nada, esto hacía difícil saber qué pasó, pues no creían la versión del atropello.
Era una noche con mucha niebla, el día antes de la marcha de Miss Marple, el inspector se acercó a ella para charlar. Según avanzaba la conversación la vieja mujer se sentía más nerviosa, tenía un mal presentimiento. Se oyó chillar y el policía salió corriendo. Encontró a una joven apoyada en una barandilla y el cuerpo corpulento del portero del hotel, la chica le abrazó y el hombre procedió a ver si el cuerpo se hallaba sin vida. En efecto, en su traje había una mancha roja. En cuanto la joven y el policía entraron, la chica se echó a los brazos de su madre.
¿Cómo había ocurrido y por qué? El inspector interrogó a aquellos que pudiesen saber algo. Según Elvira Blake, hubo dos disparos, uno pasó cerca de su rostro y el portero le hizo de escudo cuando se disparó el segundo.
Ladislaus Malinowski miró a los dos policías y reconoció la pistola que llevaba uno de ellos como suya, esa pistola estaba en la escena del crimen. El muchacho preguntó el por qué querría matar a su futura esposa, pues Elvira y él pensaban casarse cuando esta fuese mayor de edad.
Era hora de regresar, sus vacaciones habían finalizado. Miss Marple se apeó del tren cuando el inspector jefe la condujo hacia un taxi. Éste les llevó hasta el Bertram. El policía necesitaba su ayuda, la mujer vio al canónigo salir de su habitación la noche de la desaparición, y se dispusieron a recrear la escena. El canónigo llegó también y lo hicieron todo como Miss Marple decía haber visto, pero… no era igual, el viejo Pennyfather cojeaba y esa noche tenía los andares de un joven. Definitivamente no había sido a él a quien vio la mujer.
El inspector jefe y Miss Marple entraron en la habitación de Bess Sedgwick dispuestos a sacar todo a la luz. El portero fallecido era marido de Bess, y este trató de extorsionarla, por ello la mujer lo amenazó de muerte. Fue Malinowski quien disparó, pero no para matar a Elvira, sino al portero, seguramente por una extorsión, tal vez éste notó cosas raras en el Bertram. El hotel era el cuartel general de uno de los sindicatos del crimen organizado, la mitad del personal y algunos huéspedes participaban en él. Pero tuvieron mala suerte. Cuando pensaban que el canónigo ya estaba en Lucerna, éste entró en su habitación, y encontró un doble suyo, alguien le golpeó y se lo llevaron a una casa. El cerebro de la banda era… Bess Sedgwick.
Al principio se rio , pero después lo confesó todo. Dijo que ella era la promotora, y que se equivocaba en algo. Ella había matado al portero. Después se elevó, y con una risa histérica rompió la ventana y anduvo por la cornisa, se movía como un gato. Por fin llegó a su coche, arrancó y se fue, pero no llegó muy lejos. A los pocos segundos se estrelló contra un muro y murió. Ya tenían su confesión.
Pero no la creían, sabían que quien mató al portero fue Elvira, pues pensó que este heredaría su fortuna. Disparó un tiro al azar y cuando llegó él, le disparó a sangre fría. Las cosas no quedarían así.
Mi libro preferido
Autora: María Elena López López
Centro: Colegio Santo Domingo (Granada)
Probablemente no seré la única, o tal vez sea de las pocas, pero soy una gran amante de la lectura y algo indecisa. Me ha costado decidirme por un libro, y también he tenido que decidir qué pensamientos, ideas y suposiciones merecen más ser contadas.
Nunca he sido una chica muy madura. Vamos a dejarlo en madura. Y es que hay algo de lo que me siento muy orgullosa: he sido capaz de encontrar el equilibrio en la lucha entre la niñez (y lo que representa) y la madurez. Sé lo que me conviene, soy responsable de mí misma, pero… me siguen gustando los unicornios, los cerditos, y… es difícil encontrar un libro que tenga ese equilibrio. Que no sea ni para adultos, ni para niños, pero que sí sea para ambos.
Creo que es eso en lo que pensaba Espido Freire cuando escribió este libro. Una novela para todo el mundo, que recuerde a los adultos cómo fue su adolescencia, les haga una idea a los niños de cómo será y que, en el caso de los jóvenes de mi edad, les haga asentir gran parte del tiempo mientras piensan: “Esa es mi rutina” o: “Bienvenida a mi mundo”. Porque todos nos hemos sentido como Lidia: soñadores, con pequeñas esperanzas y sueños (muchos de ellos absurdos) o bien frustrados, agobiadísimos, a veces tanto, que nos han dado ganas de estrellarnos contra una pared. Y a veces lo hemos hecho.
Me gustó mucho que es un libro cercano, y sin necesidad de que la autora tenga que dirigirse a ti, te sientes incluido en la historia, como si fueras un personaje más. Me ha pasado como a otras chicas les pasa a veces en las series: me han dado ganas de que dos personajes sean pareja, de que algo concreto pase, he querido colarme en el libro y gritarle enfadada a algún personaje, me he derretido por algo romántico o me he desesperado por la intriga. Además, hay cosas que son muy inesperadas, pero no se cuenta como si fuera algo grandioso, algo que cambia la historia, sino que lo hace espontáneamente, como si te estuvieran contando el repetido cuento de Cenicienta.
Así que sí, me he releído el libro varias veces, y todas ellas me ha vuelto a encantar, cabrear y emocionar, y solo espero que, si algún día veo a Espido Freire, pueda darle las gracias por todo lo maravilloso que he vivido con él, y decirle que, que su libro ha sido el ganador de mi mini-concurso de “pensamientos que más se merecen ser contados”, porque, desde luego, más de una vez y más de dos me he quedado pensando en él y me he olvidado de qué hacía, y más de una vez (vale, sí, muchas veces) he querido poder ser Lidia, y ser la protagonista de tal historia de locura, amor, amistad y aventuras, que, por suerte, no resultó ser ni un mundo imaginario, ni un simple sueño, porque, al parecer, nuestra pelirroja protagonista tuvo algo más de suerte, al ser todo pura realidad, que nuestra queridísima Alicia en el País de las Maravillas, que a pesar de la Reina de Corazones, estoy segura de que aún echa de menos a su Conejo Blanco.