Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar
Nombre: Idara López Pulido.
Curso: 2º ESO B
Centro: IES Diego de Siloé (Íllora, Granada)
Con una gaviota joven, de nombre Kengah,y, el amigo Zorbas (un gato), se presenta una obra que a buen seguro no dejará a nadie indiferente. En este sentido, el autor del libro promueve valores en el ser humano, dando lecciones de VIDA.
Sin duda alguna, Luis Sepúlveda impregna de magia cada página que conforma su relato. Desde mi humilde punto de vista, este virtuoso de la pluma (chileno de origen) es un ejemplo para todos nosotros (como escritor y persona). No en vano, si indagamos acerca de aspectos o hechos curiosos de su biografía, Sepúlveda fue un “activista” u hombre comprometido con su “amado país” (luchó contra la dictadura de Pinochet). Amante de la naturaleza, fue corresponsal de Green Peace, viviendo en nuestro país durante más de dos décadas (concretamente en la bella ciudad de Gijón).
Dicen que este título nació como fruto de una promesa hecha a los hijos de Luis (les llamaba cariñosamente “mis enanos”), un diamante llevado a la gran pantalla (contamos también con adaptación cinematográfica).
Tanto el film como la historia que nos ocupa, invitan a la reflexión, pudiendo arrojar una pregunta: ¿podemos creer en un mundo mejor?
Cierto es que vivimos en una sociedad en la que cada vez más escasean los “valores”, con una televisión que ejerce de “medio de influencia”, atrapándonos y manejándonos como simples y lastimosas marionetas (somos tristes títeres, carentes en numerosas ocasiones de una palabra vacía de contenido en nuestro día a día, a la que llamamos gratuitamente SOLIDARIDAD), pero podemos dar respuesta a la cuestión anteriormente planteada (debiéramos hacerlo de manera individual).
FORTALEZA es la palabra clave o definitoria en relación a nuestra gaviota, impregnada de petróleo y atrapada en el mar, si bien el término rendición no tiene cabida para ella, pues a pesar de los obstáculos que se le presentan, tratará de elevar el vuelo para vencer al peor de los destinos posibles: la muerte. Evitar el ahogamiento o un fallecimiento anunciado (como si de una crónica se tratase), es el objetivo número 1 de esta ave (si lo consigue o no, lo descubrirás a través de su lectura).
Emotividad e intriga son dos vocablos más, muy presentes en el desarrollo de “Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar”, con una lección moral o brindis a la AMISTAD (encarnada por dos animales muy distintos). Debilidad y cansancio aparecen como pesada carga que ha de soportar Kengah, preocupada por el devenir de los acontecimientos, pero sobre todo por la posibilidad de dejar “solo” a su polluelo (la recién nacida, Afortunada).
¿Tiene cabida la promesa entre un felino y un animal herido, desprovisto de sus alas?
Manejando los tiempos con una maestría admirable, el afamado escritor de literatura para adultos (cítese “Un viejo que leía historias de amor”), cambia de registro, sorprendiéndonos gratamente con animales variopintos, teniendo mucho que ver el nombre de cada uno de ellos con la propia personalidad, así como dando luz una vez más a un nuevo interrogante.
Acompañando a los “principales”, encontramos “secundarios de lujo”, caso de Sabelotodo, Secretario o Bubulina, entre otros. Todos ellos desfilan, gracias a su creador, siendo ejemplos de MORALIDAD (a modo de fábula), representando Zorbas el inquebrantable sentido del honor (no puede romper el juramento que ha de llevarle a convertirse en el guardián o guía de Afortunada).
Dejemos volar nuestra imaginación y aprendamos, de la mano de este muestrario de personajes humanizados, siendo críticos con el desgaste o destrucción de nuestro entorno.
Debo confesar que sigo siendo esa niña inocente que me toca ser, pero tengo muy claro mi papel en este mundo, así como la petición que Sepúlveda nos hace, la misma que quiero expresarles, con una sentencia clara que reduciré en pocas palabras: “Aprendamos, AMANDO y CUIDANDO la NATURALEZA”.
Sigamos con la autoevaluación, esa necesaria autocrítica que cada uno de nosotros (las personas) debiera realizar, a través de la fidelidad entre Kengah y Zorbas o el vínculo inalterable que muestran un gato y una gaviota que debe aprender a volar (es el reto que ha de marcarse Afortunada).
Después de leer este breviario, capaz de comprimir grandes enseñanzas en apenas un centenar de páginas, sigo haciéndome preguntas, siendo otra la que tiene que ver con la “lealtad”: ¿cómo encajan a la perfección Zorbas y Afortunada?
Tras concluir esta “maravilla”, difícilmente comparable, observo similitudes o semejanzas con “clásicos” recomendados por quienes aman la lectura y tratan de fomentarla (caso de los profesores o los bibliotecarios). Así, me recuerda mucho el relato, que quiero reseñar, a ese príncipe “de cabellos de oro” (como aparece ilustrado en las portadas de las numerosas ediciones que se han hecho). Me estoy refiriendo a la célebre obra de Antoine de Saint-Exupéry, conocida por todos como “El principito”.
Me quedo con una frase del maestro francés: “Lo esencial es invisibles a los ojos”. Esta cita pudiera haber sido también extraída del que considero “mi libro preferido”. Nosotros, a veces, no vemos más allá, nos quedamos con la triste realidad de este caprichoso orbe que tenemos por planeta, pero la importancia de los valores es fundamental.
Amor, bondad, amistad (como la existente entre los protagonistas de ambas obras), fidelidad, tolerancia…
Nos llenamos la boca a diario con estas y otras palabras, pero…¿las llevamos realmente a la práctica?
Aspectos o elementos en un primer momento “invisibles” pueden cobrar visibilidad (jugando un papel decisivo los seres humanos), claro está en pro de transformar el mundo.
En uno y otro caso, asistimos a historias que pudieran parecer “para niños” (nada más lejos de la realidad), encontrándonos con relatos tan amenos como ágiles en cuanto a su lectura (piezas de “rompecabezas” que engarzan unas con otras, desprendiendo o proporcionándonos “jugo” o “esencia” que nos resultará muy útil).
Demostrada queda (tanto en “El principito” como en “Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar”), la importancia de conocernos a nosotros mismos para poder comprender mejor a los demás. Embarquémonos en retos (por muy utópicos que parezcan), contagiando con el mejor de los virus a quienes nos rodean (ahora que hablar de “virus” o “contagios” no implica precisamente algo positivo).
Sin duda alguna, es el amor el único elemento que no tiene efectos secundarios, ese que le hace experimentar a los enamorados “mariposillas en el estómago” o brindar apoyo a los que están en una difícil situación (en un momento de pandemia, nadie está pasando por su mejor momento).
Por todo lo expuesto, les advertiré de las posibles lágrimas derramadas (si se emocionan con relativa facilidad), aprendiendo a ser mejores personas y quedando atrapados con la formidable historia de estos dos simpáticos animales, sin desvelarles otro de los secretos.
¿Siguen preguntándose acerca de si “Afortunada” consigue por fin volar?
No soy partidaria de los spoilers, por lo que ayudémonos (los unos a los otros), sin convertir los sabios consejos que nos proporciona Sepúlveda en “flor de un día”.
¿Les confieso algo?
Me gustaría seguir el camino o senda que trazó Antoine de Saint-Exupéry (como avanzadilla), siguiendo la misma dirección el autor antes citado, completando un “viaje extraordinario”. Como “El principito”, “Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar” es una novela atemporal que formará parte de lo más selecto de todo cuanto se haya escrito, teniendo un gran poder de atracción entre los lectores, y, activando nuestra memoria.
Tengamos 8 u 88 años*, debiéramos dejar a un lado el orgullo o la negativa vanidad, así como cuestiones que lejos de ser triviales nos ayudarán a darle sentido al entorno que nos rodea.
Nota: Resulta curiosa la nota aclaratoria que vemos en la portada, en referencia al intervalo de edades recomendado, como consumidores o posibles lectores de este regalo de la LITERATURA.
A dos metros de ti
Nombre: Lucía Bermúdez Mellado
Curso: 2º ESO A
Centro: IES Diego de Siloé (Íllora, Granada)
Antes de adentrarnos o meternos en materia, debo formular la pregunta: ¿por qué es el reseñado mi libro preferido?
Comenzaré con una frase que aparece la obra: “Necesitamos tocar a los que amamos tanto como el aire que respiramos”.
“Amar y ser amados” es para mí como un mandamiento dentro de una religión. Sin duda alguna, esta cita será por mí recordada, como no olvido jamás una canción que me ha cautivado o una película favorita que he visto diez o quince veces.
¿Entendió la importancia de tocar a alguien nuestra protagonista?
“A dos metros de ti” llega a seducirte como lector, tratando cuestiones tales como la relación existente entre almas gemelas.
Grato recuerdo conservo y conservaré en relación a este título, con dos personajes que llaman poderosamente nuestra atención (Will y Stella).
Si el primero es un niño rebelde, capaz de desafiar a las normas establecidas y ansía cumplir los 18 para viajar por todo el mundo; Stella es la joven risueña, optimista y extrovertida, maniática del orden, hasta que su vida dará un giro inesperado.
Fibrosis quística arroja el diagnóstico de nuestros jóvenes, compartiendo ambos algo más que la planta de un hospital. Uno y otro se aferran a una lucha que les permita seguir respirando (el deseo de mejora en sus pulmones nos muestra a dos personas distintas, pero a la vez destinadas a estar juntas).
¿Dos metros de distancia entre ellos?
¿Qué son dos metros aparte de una medida simbólica?
El espacio que les separa no impedirá el amor que se profesan, porque el más bello de los sentimientos lleva aparejada una estrecha unión a prueba de obstáculos (es más fuerte que el espacio de oxígeno nitrógeno, gases y partículas flotantes).
Abrazos, lágrimas, alegría, tristeza, amor, dolor, emoción, frustración, …
Dicotomías o binomios, antítesis de sentimientos y significados, con un claro propósito: fundirse en un abrazo.
¿Les desvelo el final?
¿Quieren saber el desenlace de esta historia?
Siento decepcionarles, pero es mejor que lean y disfruten con esta historia. Asimilen o beban cada una de sus páginas, sorbo a sorbo.
¿Alguna vez experimentaron y supieron aplicar esa lección que ha de llevarnos a dejar marchar a una persona, cuando la amas?
En ocasiones, el amor también produce el efecto contrario: DOLOR.
Dicen que “lo breve si bueno es dos veces bueno”.
Esperando hacer honor a esta premisa, termina aquí mi reseña, pero no esta historia.
Nostalgia, impotencia, valorar las cosas insignificantes cuando la vida nos golpea, deseo por recuperar el tiempo perdido, la necesidad de una muestra de cariño, …
Todo esto y mucho más puede encontrarse en el que debe recibir la distinción de “mi libro preferido”.
Aprendamos a querer y querernos más.
No olviden este título, porque lo volverán a leer, al igual que, de nuevo, lo haré yo.
Entregas breves y otros innatismos
Nombre: Sara Barranco Tejero
Curso: 2º ESO A
Centro: IES Diego de Siloé (Íllora, Granada)
Estaba allí, encima de la mesa, junto a las gafas de mi querida e inseparable mamá. Jamás le había visto así, leyendo de manera compulsiva, deseosa de avanzar, hecho que se convertía en un reto- a mi juicio-.
¿Su autor?
Alguien al que llevo conociendo casi dos años, una persona que trata día a día de ejercer el magisterio, darnos lecciones que podamos aplicar en nuestra vida diaria.
¿Quieren saber su nombre?
Rafael Bailón Ruiz es un docente entregado a su trabajo, así como autor de algunas interesantes obras, como es el caso del libro que me ocupa.
¿La extensión?
Un ingrediente más para invitarme a su lectura. Apenas 60 páginas, por lo que exclamé: “¡Esto está chupado!”
Eso sí, atrás quedaban las historias de miedo o intriga, la ficción como género predilecto, esos libros para niños de 12 o 13 años, aquellas recomendaciones del compañero de pupitre o el amigo del parque.
¿Estás segura de que lo comprenderás? -mi madre me lanzaba esta pregunta-.
Mi respuesta arrojaba una seguridad aplastante: “Debo salir e ir más allá de las obras que ocupan los estantes de casa o de la biblioteca”.
Firme en mi idea, lo primero que tuve que hacer fue buscar el significado de una palabra, clave en el título del libro que quiero recomendar: “innatismo”.
Una rápida consulta, puso algo de luz a la oscuridad del principio. Así, pude leer: “aquel conocimiento que no aprendemos, sino que nacemos con él”.
Ya sí, tenía una ligera idea, si bien tuve que recurrir a mamá para que me ilustrara con algún ejemplo:
– Hija mía. Cuando un niño empieza a hablar, trata de articular palabras, si bien nadie le ha enseñado previamente. No necesita nada más que vivir con la familia y escuchar. De igual forma, nadie enseña a un niño jugar, siendo algo innato, como lo es su capacidad de sociabilizarse y hacer amigos -mi progenitora se mostraba sabia en relación al término consultado-.
El título podría calificarse como sugerente: “Entregas breves y otros innatismos”.
Ni el título sabía descifrar, y, por tanto, menos el contenido de las páginas que había en el interior.
Una vez me situé, empecé a indagar sobre la biografía del autor, Rafael Bailón, siendo conocedora de sus logros como profesor y escritor.
Acto seguido, turno para el prólogo (escrito por alguien que parece conocerle muy bien, con el reconocimiento, los elogios argumentados, el amor al trabajo o palabras positivas hacia la persona).
¡Por fin!
Turno para los microrrelatos, con temáticas y preocupaciones diarias. En este sentido, Rafa, aborda algunos de los problemas de nuestra sociedad, tal es el caso de la desigualdad, la esclavitud, la maldad en el ser humano, el racismo como lacra, …
De igual manera, el autor transmite respeto y admiración hacia algunas personas, presentes en su entorno más cercano. Valores fundamentales se ponen sobre el tapiz (amor entre padres e hijos, solidaridad con los más desfavorecidos, …)
En el bloque de RELATOS, la emotividad cobra relevancia, siendo la tristeza una de las notas predominantes. Así, el autor nos habla de su padre (modelo o fuente de inspiración, todo un número uno o referente), también de su enfermedad.
Para Rafa, un PADRE (el suyo debe escribirse con “mayúsculas”) es tu mejor amigo, tu máximo apoyo, el confidente que nunca te falla, aquel que da sin esperar nada a cambio, siendo ídolo, maestro o pintor de vivencias (algunos de los calificativos empleados).
Otra “entrega breve” que disfrutas como néctar o ambrosía propia de divinidades, tiene que ver con esa carta que todos hemos querido escribir en algún momento de nuestra vida. Amor que ya pasó, pero que jamás uno olvida, muestra un corazón roto, dispuesto a rendir un merecido homenaje, a través de una cuidada misiva.
AMISTAD es la palabra clave en la última de las historias recogidas, con dos personajes bien distintos (en cuanto a condición social y rasgos interiores). Cuando lees esta historia, eres capaz de entender eso que una vez me explicó mi maestro y que en un principio provocó en mí cierta extrañeza: instrospección psicológica.
Si tuviera que elegir un relato, probablemente el de Valerio y Marcial sería “mi favorito”, pues en 2º de la ESO la amistad y el amor a la familia son dos de mis máximas preocupaciones.
Si tuviera la oportunidad de escribir un libro (uno similar al aquí recomendado), dedicaría mis palabras a Natalia (esa niña tan locuela como alegre), Alejandro (ese sincero y fiel amigo), Nieves (mi compañera de vivencias y diversas experiencias), …
Tampoco podrían faltar numerosos nombres que me ayudan y ayudaron a crecer como persona, con quienes compartí y compartiré momentos inolvidables. También en mis relatos, el lector encontraría una historia con mis abuelos, padres y hermana.
En cuanto a mis microrrelatos, trataría, al igual que lo hace magistralmente el autor, esos valores de los que siempre nos habla Rafa: solidaridad, tolerancia, generosidad, …
Miedo a lo desconocido, la música como sanadora o el apego a la tierra, son también aspectos muy importantes para quien escribe esta humilde reseña.
“Entregas breves y otros innatismos” me ha permitido conocer un poco más al autor (mi profe), una persona estupenda y muy sensible. Gracias a esta obra, me he acercado a la persona, la que convierte sus clases en mucho más que conocimientos. Con él, hemos conocido otra forma distinta de enseñar y aprender, siendo una enorme suerte la de contar con él, con el “mejor docente de Secundaria de toda España”.
Por todo ello, y, mucho más de lo expuesto (no podemos limitar los motivos a 1500 palabras), debo decir y digo: “Entregas breves y otros innatismos es mi libro preferido”.